San Genaro, fue un mártir cristiano que vivió en el siglo III y IV, cuentan que fue capturado por las tropas romanas cuando a los cristianos se les perseguía, los romanos, utilizaron todos los medios posibles para convencerle de que renegase de su fe, pero San Genaro, pertinaz en sus creencias, se mantuvo firme.
Sus captores, decidieron ser más contundentes y lo metieron en un abrasador horno, del que salió totalmente indemne, como si nada, los romanos, también testarudos, optaron por lanzarles a los leones en el Circo, quizás de esa forma, convencerían al santo de qué negase su fe.
Cuando fue lanzado a los leones, por una especie de acto divino, las fieras se amansan y optan por acercarse al santo como si tal cosa, sin tocarle ni un pelo.
El plan romano de acabar con la vida de San Genaro, hacía aguas constantemente, hasta que decidieron decapitarlo públicamente, donde ya ningún milagro pareció detener el hacha del verdugo.
No obstante, los cristianos, pudieron recoger parte de su sangre como recuerdo del santo.
ALGO ESPECIAL OCURRE EN LA SANGRE DEL SANTO
Se desconocen los detalles reales del caso, lo cierto es que desde hace 400 años, la sangre de San Genaro, en ciertas liturgias cristianas, al manipular el relicario donde se encuentra alojada, esta, se licua, algo incomprensible, pasado de ser una masa solida negra a un líquido rojizo semejante a la sangre, este es el llamado milagro de San Genaro.
Cuenta la tradición que durante la misa, si la sangre de la hornacina, al ser manipulada por el sacerdote no se vuelve liquida, augura un año como poco “complicado”.
Ya ha habido dos ocasiones en las que la sangre no se licuó, una en 1939, año en el que dio comienzo la segunda guerra mundial, y en 1980, año en el que un terremoto en Irpinia destruyo gran parte de la ciudad.
LA SANGRE NO SE HA LICUADO EN 2016
Pues resulta que hace unos días, en una de las tres “Licuaciones” anuales de la sangre de San Genaro, está, se ha mantenido sólida, algo que parece indicar el comienzo de un año un tanto difícil.
Afortunadamente, Monseñor Vincenzo De Gregorio, el abad de la capilla, dijo:
«No hay que pensar en los desastres y calamidades Somos hombres de fe, y tenemos que seguir rezando.».
Sinceramente, no sé si eso me preocupa, me consuela o me deja igual, ya veremos qué tipo de año es el que nos sobreviene, esperemos que como poco, no sea peor que 2016
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3 comments
¿Has visto los vídeos de «milagros en Nigeria»?… no te pongo el enlace porque me pilla el «antiespam» 😉 pero no te costara mucho encontrarlos, es un pilen mas serio que esa «sangre» licuada del ¿santo? espero que te parezca un tema digno de tratar en tus vídeos.
Las fabulas que se inventan estos papanos para engañar a la borregada con trucos de magia y artilugios diabólicos !!!
Realmente los humanos no hemos dejado de ser idólatras.Paseamos figuras de santos y representaciones de Jesús por las calles: adoramos objetos «sagrados» por no ser capaces de explicarnos el por qué han sufrido determinados cambios; nos postramos ante una burbuja que contiene ¿sangre? que se licua o no según le parezca a una determinada autoridad. Y lo más curioso es que esto acontece como aquí se dice, desde hace unos 400 años, o sea desde los 1600. ¿Qué pasó desde el 400 hasta el 1600?
Curiosamente lo meten a un horno, que nadie sabe si fue o no manipulado y el hombre sale diciendo que tiene frío, luego lo tiran a los leones, tal vez hastiados de comer y se echan a su lado. Y al final, la simple y directa hacha, le rebana el pescuezo. Tal vez porque alguien se cabreó del show.
Obviamente no hay año en que no ocurra más de un desastre (terremotos, incendios, caídas de la bolsa, etc., etc.).
Lo concreto y probado, es que nacemos y morimos. NADIE y digo NADIE, se ha saltado esta ley universal, pese a que haya determinados dogmas de «fe» que digan lo contrario. Si asi no fuese, las leyes universales solo serían de tal cual o tal manera, según conviniera a la representación del momento.
Explotan supernovas, arrasando con sistemas estelares completos y muy probablemente vida en ellos, y esto no cuestiona tal ocurrencia de situaciones paradójicas.
Rasgamos vestiduras todos los días ante las injusticias que se cometen a miles de kilómetros, pero no nos cuestionamos las que cometemos a diario.
Nos ponen unos peces en una licuadora y nadie se atreve a accionarla por ser un acto perverso. Sin embargo, dejamos que miles de seres humanos se mueran literalmente de hambre todos los días.
Somos las contradicción misma.