Mundo Desconocido

Sobrenatural

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El Rito del UrushDaur

El desconocido rito del UrushDaur comenzó a practicarse hace aproximadamente 11.000 años por las primeras culturas que poblaron Mesopotamia.  Su función principal consistía en arrebatar el espíritu de un cuerpo para albergar en el a otro ser.

Pese a lo increíble que parezca, los escritos sumerios originales encontrados en las ciudades del norte del actual Irak cuentan con detalles su práctica e incluso incorporan estadísticas de éxito, la correcta selección de los jóvenes candidatos y algunas de las más importantes posesiones efectuadas.

Podemos pensar que todo obedece a un mito o leyenda, pero la meticulosidad de los datos ofrecidos por aquellas lejanas culturas nos hace pensar seriamente que la usurpación de cuerpos por otras almas era un acto real que estaba limitado en su ejecución a los sacerdotes y  sacerdotisas de aquellos ancestrales pueblos.

¿Puede que actualmente alguna poderosa facción de la oligarquía mantenga vivo semejante rito sangriento?

¿Qué su estirpe perdure para dominarnos intemporalmente?

¿Absurdo?… Quizás, no tanto.

En el siguiente videoprograma hablamos con detalle de todo esto

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¿Quién Guía el destino de la Humanidad?

Recientemente, ha salido a la luz los llamados ciclos de Kondatriev que analizados prevén una gran guerra en un plazo no superior a 10 años, ciclos que parecen ser orquestados por poderosas entidades meta humanas que guían y controlan el destino de la Humanidad.

Asimismo, la constante aparición de Aurigas que como presidentes, ministros o secretarios de estado destruyen constantemente cualquier posibilidad de alcanzar un destino de Seguridad, Paz y Prosperidad para la raza humana.

¿Quién controla a esos Aurigas nefastos?, personajes como la recientemente fallecida Margaret Thatcher, manejan el timón de la historia para alcanzar el ansiado NWO (Nuevo Orden Mundial) por encima del bien estar de sus ciudadanos.

De todo esto y más hablamos en el siguiente videoprograma.

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Las Misteriosas «Huellas del Diablo» de Devonshire

En el año 1855 unas extrañas marcas en la nieve, que fueron identificadas como huellas, aparecieron a lo largo de más de 150 kilómetros en la región de Devonshire, situada al suroeste de Inglaterra.

Aquel año, las nevadas habían sido especialmente copiosas en la isla británica. La mañana del 8 de febrero, los habitantes de la región de Devonshire descubrieron con asombro una serie de marcas en la nieve que fueron descritas como “marcas de pezuñas” dejadas por alguien o algo a lo largo de decenas de millas. Las huellas presentaban características sumamente extrañas, sus dimensiones eran de diez centímetros de largo por siete de ancho, marcaban un “paso” de unos veinticinco centímetros de largo, todas se encontraban perfectamente alineadas (como producidas por alguna extraña criatura que caminase sobre una sola pata o “a la pata coja”) así como que la nieve no estaba apisonada al fondo de las mismas, sino que por el contrario su marca era perfectamente llana, como si la nieve se hubiese derretido al contacto. A este respecto, algunos testigos afirmaron que jamas habían visto “huellas tan claramente marcadas en un campo de nieve” y que, tras ellas, la nieve tenía la apariencia de “haber sido marcada como por un hierro al rojo”. Ademas, no parecían desviarse ante ningún obstáculo. Así, si las huellas se detenían cerca de una valla de varios metros de alto, estas no bordeaban la estructura, sino que retomaban su camino inmediatamente detrás sin tampoco haber dejado marcas de haber saltado o sorteado la barrera de alguna manera. Lo mismo sucedía cuando las huellas llegaban a algún establo o pajar… sin embargo se tornaban aun mas enigmáticas cuando llegaban a alguna casa, ya que entonces, estas aparecían sobre el tejado de la misma o atravesaban un conducto de drenaje de solo 15 centímetros de diámetro.

 

 

Dibujo publicado en febrero de 1855 de las huellas observadas en Devonshire… ¿Qué extraño animal con cascos pudo dejar huellas alineadas de esa manera?

 

 

Los habitantes de la zona no daban crédito ante el hallazgo y no eran capaces de imaginar que animal habría podido dejar unas marcas similares a aquellas y como podía atravesar los diferentes obstáculos que se encontraba por el camino. Pronto, la palabra “diablo” comenzó a resonar en las mentes de  los lugareños que, aterrorizados, evitaban salir por las noches. Así mismo, se crearon cuadrillas de hombres provistos de armas y perros de caza con la intención de “batir” aquel desconocido animal. Nunca fueron capaces de atraparlo, aunque algunos miembros de la patrulla habían afirmado que, al llegar a uno de los bosques cercanos, los perros habían comenzado a mostrarse inquietos y aullar, lo que había provocado una sensación de turbación entre los hombres que no se atrevieron a aventurarse en lo mas frondoso del mismo.

 

Una semana después del misterioso hallazgo, el 16 de febrero, el diario británico London Times se hacia eco de la noticia;  pero quien más cobertura dio al extraño suceso fue el diario “Illustrated London News” que recogía la siguiente narración el 25 de febrero de 1855:

 

“… en toda la comarca, las huellas eran exactamente del mismo tamaño y el paso del mismo largo. Este visitante misterioso no pasó, en general, más que una vez por cada jardín o cada patio, así como por casi todas las casas de los barrios urbanos y en las granjas vecinas. […] Atravesaban los muros como si no constituyesen el menor obstáculo. Los jardines rodeados de altas empalizadas o muros, y cuyas puertas estaban cerradas, fueron tan cruzadas como aquellos que estaban sin protección. […] Dos habitantes de la comuna siguieron una linea de huellas durante tres horas y media pasando bajo hileras de arboles frutales en espalderas, perdiendo luego la pista de las huellas y reencontrandolas sobre el techo de las casas a las que su búsqueda les había llevado…

 

Pronto las gentes londinenses tildaron a los habitantes de la provincia como poco versados y tendentes a la superstición y a los terrores infundados solo existentes en las humildes e iletradas mentes de los habitantes de los pueblos. Quien sí se interesó por el fascinante y extraño caso de las huellas fue un naturalista de Devonshire quien afirmó que tales marcas no podían corresponder mas que a alguna criatura única y no conocida, pero… ¿Qué animal de un tamaño posiblemente modesto podría haber recorrido una distancia de mas de 150 kilómetros en una sola noche en medio de una tormenta de nieve?

 

El famoso paleontólogo inglés Richard Owen afirmó que “ningún animal conocido deja un rastro de pasos rectilíneo, ni siquiera el hombre” y, al examinar los dibujos de las huellas, concluye de manera sorprendente que se debían al rastro de un grupo de tejones; hipótesis del todo descabellada pues las huellas no podían corresponder a un grupo de animales a menos que todos se hallan movido a la vez y pisando exactamente en el mismo lugar del compañero que le antecedía;  además las huellas en ningún caso obedecían a la típica tipología de un animal con “garras”, si no que por el contrario eran similares a las de un animal con pezuñas. Otras hipótesis que fueron cayéndose una tras otra defendían ideas tan variadas como la obra de un bromista (¡), huellas de grandes pájaros empujados a las costas por el mal tiempo (probablemente una avutarda), sapos, una rata, una liebre coja e, incluso, no falto quien se atrevió a aventurar que había sido el rastro dejado por un canguro escapado de algún zoológico. La idea del marsupial respondió a la necesidad de buscar un animal que pudiese saltar algunos obstáculos para así apartar de las gentes la idea de que el diablo se había paseado por la región. La hipótesis nació de las palabras del párroco local, el reverendo Musgrave, en el sermón dominical ante sus asustados feligreses; de hecho, posteriormente, Musgrave declaró: “… no tengo confianza alguna en tal explicación […] pero la idea se opone a la impresión peligrosa, desagradable y falsa de que podía tratarse del diablo. Mi palabra fue en el momento oportuno y fue sin duda saludable

 

Y es que la mayoría de lo habitantes de Devonshire continuaban creyendo que las huellas habían sido dejadas por el mismísimo diablo, aunque los mas escépticos aceptaban la idea de que el animal misterioso podría haber sido un burro por el tipo de huellas ya que estas parecían presentar características muy similares a las de un animal dotado de cascos en sus extremidades. Sin embargo, nadie fue capaz de explicar como un burro pudo haber trepado a los tejados de las casas, cruzar conductos de escasos centímetros de diámetro o atravesar el tercer piso de una casa…

 

Los meses pasaron, aquel extraño invierno de 1855 y su misterioso visitante se fueron y nunca más volvió a manifestarse. Los periódicos fueron poco a poco olvidando la noticia y el misterio aun perdura entre los investigadores que trataron de arrojar alguna clase de luz sobre tan enigmático rastro. Jamas se encontró el animal (conocido o por conocer) que hubiese sido capaz de dejar un rastro como aquel, las suposiciones que apuntaban a alguna suerte de fenómeno meteorológico tampoco resultaron para nada concluyentes.

 

Y estas no fueron las únicas marcas enigmáticas que aparecieron en algunos lugares del mundo. El Times del 14 de marzo de 1840 ya había dado testimonio de unas extrañas huellas que también se extendían a lo largo de varios kilómetros en Glenorchy (Escocia). También se encontraron “pisadas” similares en Nueva Zelanda (1886), en Nueva Jersey (1908), Bélgica (1945), nuevamente en Devonshire (1950), en Escocia (1952) y, más recientemente, en las laderas del monte Etna (Sicilia) en 1970. El Illustred London News también recogió, con posterioridad, el testimonio de un medico polaco de Heidelberg que afirmaba que en la frontera de Galitzia, en la Rusia polaca, se encuentran, todos los años, unas huellas completamente idénticas a las de Devonshire en la nieve. Según el testimonio de este anónimo corresponsal, “los habitantes las atribuyen a influencias sobrenaturales”.

 

¿Qué extraña criatura pudo haber dejado sobre la nieve semejante rastro? Más de un siglo y medio después, aquel misterioso visitante que recorrió las praderas de Devonshire durante la noche del 8 de febrero de 1855 permanece en el mas absoluto de los misterios…

 

 

¿Fue una extraña criatura demoníaca, como la que aparece en la imagen, la que se paseó por la región de Devonshire en 1855? Imagen cortesía de elcaminoacasa.com

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Olor de santidad (osmóforos)

Ahora que «habemus papam», «amtipapam» y/o «papam-atas», vengo yo a plancharles la oreja (o los ojos) con una de esas cosas que un día me dio por pensar sobre un suceso de aquellos que contemplo como de tipo paralelo (paranomal), por las circunstancias que lo rodeaban.  Aun cuando los hay quien le atribuyen un origen sobrenatural. Hoy día lo veo con otros ojos, quizás por ser antes más ignorante atrevido que ahora, quizás porque el árbol que tenía delante no me dejaba ver el bosque. Igual de ignorante sigo, pero quizás más prudente. El suceso de marras no es otro que el que encabeza el título de esta entrada, y su explicación aquello que aparece entre paréntesis, más o menos.

Vaya por delante que tanto si he develado un misterio, como si no, eso es cosa que no está dentro de mi alcance aseverar, sino que han de ser los que «saben» los que corroboren. Aún así, no eludiré la carga de prueba – que muchos están acostumbrados a ello – sino que, por el contrario, más de una habré de aportar.

Podemos definir el olor de santidad (no confundir con el «loor»1) como el aroma fragante que emanaba algunos santos y mártires al morir o después de muertos. También algunos vivos (no tenidos por santos, añado), tales como médiums,  «dotados»  paranormales y/o enfermos corporales2 o mentales.

Se dice que olían de forma fragante el fraile Servolo,  San Simón, San Policarpo, Santa Catalina de Ricci3 o Santa Teresa de Jesús4. Esto sobraba y bastaba para elevar a los altares a aquellos a quien se suponía tocados por la mano de Dios. Ya que se interpretaba que tales hechos obedecían a la faceta milagrosa del mismo, ya que en lugar de oler mal (a cadaver), olían bien (a fragancias florales).

El problema es los osmóforos botánicos son las glándulas en las que se producen las sustancias volátiles que producen el olor de las flores. Cosa de la cual los humanos estamos desprovistos. Familias botánicas como la Asclepiadaceae, Aristolochiaceae, Araceae y Orchidaceae están provistas de ellos pero no las personas. De modo que debe de existir una relación entre los «aceites esenciales» contenidos en la vacuolas de estas plantas y los olores atribuídos a los santos. por ejemplo: En las plantas Jasminum, Rosa yViola, estos aceites esenciales (muy volátiles) se forman en las vacuolas de las células de la epidermis y el mesófilo de los pétalos, si la temperatura es suficiente, éstos se evaporan a través de la pared celular y/o de la cutícula.  Siendo que a medida que se evaporan, en el citoplasma se reponen estos sintéticos.

Pero como los humanos carecemos de ello ¿Qué cosa podría producir tal efecto?

El olor es una sensación producida por estímulo del sentido del olfato.

Por su parte, el aroma es la fragancia del objeto que permite la estimulación del sentido del olfato5

El sentido del olfato está constituido por células olfatorias ciliadas, que constituyen los receptores olfativos. Es un órgano versátil, con gran poder de discriminación y sensibilidad, capaz de distinguir unos 2000 a 4000 olores diferentes. La importancia de los aromatizantes radica en la, función que desempeñan. Por ejemplo, puede mezclarse con el aroma propio de un alimento al que se agrega; anulándolo; puede generarse una mezcla íntima de ambos, produciéndose un nuevo aroma; o bien puede resultar una, mezcla parcial, manteniéndose las características aromáticas de ambos y desarrollándose además un nuevo aroma.

Se han hecho reiterados intentos de agrupar las numerosas sensaciones olfatorias en las denominadas como «fundamentales», con resultados poco exitosos (menos que en el sentido del gusto).

En 1752 Linneo estableció 7 tipos de olores: fragante, aromático, ambrosiaco, aliáceo, caprílico, fétido y nauseabundo. Más tarde, Zwaardemaker en 1895 agregó a esta clasificación dos olores más: Etéreo y Quemado.

En 1916 Henning propuso un diagrama espacial en forma de prisma, ubicándose los 6 olores considerados básicos, en los vértices, y estando los olores intermedios ubicados en las aristas y caras del prisma.

Henning

 

Posteriormente, Crocker y Henderson en 1927, propusieron una clasificación tetramodular, con 8 grados de intensidad, estableciendo un compuesto químico básico para cada módulo:

Olor

Compuesto químico básico

fragante

metilsalicilato (8453)

ácido

ácido acético 20% (3803)

quemante

guayacol (7584)

caprílico

2,7 dimetiloctan (3518)

En 1964, Schutz intentó una nueva clasificación que diferencia 9 factores odoríferos y señala el patrón de cada uno de ellos: fragante (metilsalicilato), quemante (guayacol), sulfuroso (etildisulfuro), etéreo (1 propanol), dulce (vainillina), rancio (ácido butírico), aceitoso (heptanol), metálico (hexanol) y a condimentos (benzaldehído). Los patrones se usan concentrados, a excepción del ácido butírico al 3,8% y el disulfuro de etilo al 0,03%.

Existen más clasificaciones ( como la de Wenger, Woskow, Wright, etc.), pero hasta ahora no hay un consenso generalizado en esto del «goler»6. Esto se debe a que se estima que existen cerca de  50.000 olores diferentes, pero el ser humano  sólo es capaz de detectar entre 2.000 y 4.000 de ellos7.

Lo cual nos lleva al denominado como «grupo osmóforo», que es  la parte, de la molécula responsable del olor. En base a ello, y aunque es infinitamente complicado y aburrido,  Henning describió la posición «para» como característica de los olores a especias y  la de «meta» para los florales etc. Cosa curiosa, pues estamos tratando con sucesos «meta»-físicos en los que intervienen pretendidas entidades «meta»-humanas.

Ahora que estoy seguro que se ha perdido,  decirle que lo que pretendo es hacerle notar que lo que solemos identificar como olor a Rosa, en realidad es olor a Rosa120, o Rosa38.907 o, o Rosa53. Nos es imposible distinguir uno de otro Dado que, por lo general adolecemos de:

1.- Desconocimiento de la dimensión del estímulo.
2.- Desconocimiento de la región de detección en el órgano mismo.
3.- Imposibilidad de controlar el dolor que se produce por estimulación simultánea del trigémino y que acompaña a la percepción de olores, por ejemplo el lagrimeo al oler cebolla o el estornudo al oler pimienta.
4.- Control de humedad y temperatura de la región olfatoria durante la percepción. Ya que es necesaria una determinada humedad para producir la disolución de la sustancia olorosa en la mucosa.
5.- Control de presión y velocidad de flujo del aire que se emplea en la determinación de olores.
6.- Control sobre otras características anejas de la misma. Por ejemplo que aire, olor a parte, sea inodoro.
7.- Imposibilidad de cuantificar la sustancia olorosa que llega a la mucosa, salvo en «mucho» o «poco».
8.- Imprecisión al expresar la intensidad del estímulo.
9.- Falta de vocabulario que ayude e la clasificación.
10.- La adaptación al estímulo sensorial.

Eso por no hablar de la anosmia (no percibe olores), hiperanosmia (la respuesta es exagerada), merosmia (ceguera a ciertos olores), heterosmia (se perciben olores falsos), antosmia (se tiene la sensación sin que exista estímulo), que bien podían explicar el asunto del olor a santidad o de las osmogénesis.

Volviendo con el asunto botánico, en mi experiencia como horticultor y jardinero, he podido observar (cosa que cualquier botánico puede corroborar8), que con un mazo suficientemente grande de flores, lo que antes era agradable y fragante ahora es un castigo divino.Sobre todo por la escalofriante similitud que con este hecho tiene. Las agrupacionas florales masivas, expelen un aroma tan concentrado que hiede a muerto. Del mismo modo en que he podido comprobar que en los diferentes estadíos de la metagonía celular (una vez que las funciones corporales que entendemos por vida han cesado sin forma de remisión posible), al principio de este suceso, se proyecta un aroma que recuerda a flores o frutos. Cualquier médico forense que haya lidiado con cadáveres, le confirmará este hecho9. Igualmente le podrá confirmar – si mi palabra sola es insuficiente – como el aroma gana en intensidad, y antes de convertirse en lo que todos creemos como «olor a muerto», adquiere unos matices dulces tan empalagosos que nos invaden en el más amplio sentido de la palabra. Tan penetrantes son, que horas depués seguimos olíendolos10.

Decir que las flores huelen a muerto es lo mismo que decir que los muertos huelen a flores y nadie se escandaliza de lo segundo.

Si imaginamos los olores no como un prisma sino como un vector cromático, por ejemplo, veremos que conocemos (en cuanto a «olores» se refiere, claro) por ejemplo, rojo y amarillo, pero que a la hora de definir naranja no sabemos como y nos parece que es como olor a Rosas, sean estas 120, 39-i o zfalopia perro podrido.

Que hay plantas que huelen eminentemente a podrido, es cierto pero ¿Qué pasaría si todas lo hicieran? A menudo es lo que suele suceder. Atraen insectos. Y aunque no todos anidan en carne en descomposición si que detectan, vía olfativa, el comienzo de la misma.

Imaginemos un dial que va desde menos podrido a podrido del todo:

(1)menos podrido, (2)podrido, (3)podri-podri, (4)podrido del todo.

La frangancia floral estaría situada en el número 1 (menos podrido) y el cadaver putrefacto en el (4).

Esto implica que para que un cadaver pueda oler a flores – descartando ungüentos y chuminadas varias – devería de estar poco podrido. Cosa que se da. Y si no que se lo pregunten a Don Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo11, que tenía a bien el pasearse con el brazo incorrupto de aquella mística acetonómica diabética, que fuera Santa Teresa de Jesús.

Es común que los cadáveres incorruptos (nos parezca que) huelan a flores, ya que su descomposición ha sido mínima.

Ahora bien: ¿Es esto así?. No lo sé. A mí, desde luego, me lo parece. Esto explicaría infinitud de fenómenos de osmogénesis en los que en apariencia no hay una causa conocida para la aparición de un olor singular.

Lo normal es que un cuerpo se pudra y retorne al poético polvo, cuando esto no se da una serie de fenómenos, por ejemplo la osmogénesis floral, también aparecen. De ahí que lo considere como paralelo en lugar de como sobrenatural.

Resumiendo: El denominado «olor a santidad», desde mi perspectiva, creo, se produce, porque  los cadáveres al pudrise poco huelen poco.

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1.- Loor significa «Fama». No es lo mismo morir oliendo a santo que siendo aclamado como tal.

2.- Por ejemplo, los tísicos exhudan un característico olor a rosas que proviene de sus pulmones. En casos extremos de delirium tremens se ha detectado olor a: 1.- Piñas; 2.- Violetas. Y mi favorito, la acetonemia diabética que da un olor similar al de las manzanas, solo que cuando lo he presenciado, la escena no era muy agradable.

3.- Aquejada de anuria, cuyo tratamiento – la trementina – producía fragancia floral (se interpreta como olor a violetas).

4.- Afectada por la brucelosis. De efectos olorosos similares a los de la acetonemia.

5.- Por eso en el lenguaje común se confunden y usan como sinónimos.

6.- Goler: Pretérito muy imperfecto del verbo «oler».

7.- Lo cual sitúa a los olfatos más desarrollados en un pico de 11 veces el humano. Nada de cien o mil.

8.- En mi caso tres, sin realción en el espacio ni el tiempo.

9.- Si a usted esto le parece una barbaridad: a) No ha olido mazos florales. b) No ha olido un muerto en las diferentes fases de descomposición. c) No tiene vida social y pasa el rato haciendo aspavientos.

10.- De ahí que muchos utilicen un poco de mentol sobre el labio superior.

11.- «Claudillo» de España.

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«CROATOAN» La Leyenda de la Palabra Maldita

La historia de la primera colonia inglesa de Norteamérica sigue fascinando a investigadores y cronistas a lo largo de los últimos 400 años..

La historia comienza en 1585, cuando el comandante Arthur Barlowe, junto con un pequeño grupo de pioneros arribó a la isla de Roanoke, frente a las costas de la actual Carolina del Norte, EE.UU. A pesar de que en un primer momento la relación con los nativos no era mala, pronto se truncó y comenzaron las tiranteces; así que cuando el corsario Sir Francis Drake arribó a la isla en 1856, el pequeño grupo de expedicionarios partió rumbo a Inglaterra con el pirata. Poco después, Sir Richard Grennville volvió a Roanoke con provisiones para el pequeño grupo de colonos, pero al no encontrar allí a nadie volvió a Inglaterra no sin antes dejar en la isla a un grupo de 15 soldados para mantener la guarnición. Se cree que este pequeño grupo sufrió las acometidas de los indios locales y partió rumbo a Inglaterra, sea como fuere, nunca mas se volvió a saber acerca de estos 15 hombres.

Un año después, el 22 de julio de 1587, un grupo de 118 colonos (90 hombres, 17 mujeres y 11 niños) llegaron de nuevo a Roanoke, con la intención de llevar a cabo un segundo intento de colonizar la isla y establecer un asentamiento permanente en las Américas. El viaje estaba comandado por John White (que ya había estado en la primera expedición a la isla), financiado de nuevo por el magnate Sir Walter Raleigh y bajo el patrocinio de la corona inglesa. El día 18 de agosto nació el primer niño ingles en América, fue en realidad una niña, Virginia Dare, hija de Eleonor W. Dare y nieta de John White.

Las primeras semanas después del asentamiento de los colonos todo se prometía, cuanto menos, esperanzador. Las relaciones con los clanes indígenas no parecían ser hostiles. La tribu de los Croatoans se mostraba bastante colaboradora con el asentamiento inglés y la tribu de los Secatoans, si bien se mostraban mas reacios, tampoco parecían manifestarse hostiles, aunque se habían negado a reunirse con los ingleses.

Sin embargo los problemas comenzaron a finales del mismo año 1587, cuando el colono George Howe apareció muerto en una playa cercana cuando había salido solo a cazar cangrejos. Pronto se especuló con la posibilidad de que alguna de las tribu de la isla le hubiese asesinado, así que ante el desagradable acontecimiento, y unido a que los recursos de la colonia comenzaban a escasear, John White dejo atrás a su hija y su nieta y se embarcó rumbo a Inglaterra para informar a la reina Isabel I y recoger algunos suministros.

Cuando White regresó a Londres, se vio atrapado en la capital británica por la guerra contra España y la falta de fondos por parte de la corona.  Pronto se percato que volver a Roanoke no seria posible hasta que la contienda terminase.  Pasaron tres largos años hasta que John White pudo poner pie de nuevo en la isla de Roanoke, fue el 18 de agosto de 1590, justo cuando su nieta cumplía 3 años… y entonces comenzó el misterio.

Y es que lo que White se encontró a su regreso, fue que los 117 colonos que había dejado allí hacia tres años, habían desaparecido sin dejar rastro.

Las casas de dos plantas y techos de paja que se habían construido estaban totalmente desmanteladas y los establos, donde se alojaba el ganado, vacíos. Lo único que los colonos habían dejado en el lugar fueron dos tumbas (una de ellas probablemente perteneciente a George Howe), una misteriosa palabra escrita en uno postes de la fortaleza “Croatoan” y las letras “Cro” talladas en la corteza de un árbol cercano. Eso fue lo único que quedó de una población de mas de 100 personas.

Imagen cortesía de www.yorokobu.es

No había indicios de batalla ni hambre y no se encontró tampoco ninguna cruz maltesa (signo que se había pactado con los colonos para determinar que habían sido victimas de un ataque foráneo). Todo esto hizo suponer a White que los colonos se habrían mudado a la capital de la tribu de los Croatoans y allí mezclado con la población local; no pudo comprobarlo. Una gran tormenta se abalanzó sobre el poblado poniendo en grave peligro tanto a la expedición, como al buque que les había llevado a Roanoke. El capitán del barco advirtió a White que debían partir de manera inmediata si querían conservar sus vidas y la integridad del navío. Regresó a Inglaterra y comenzó así la leyenda de la “colonia perdida” que aun hoy en día permanece en el misterio.

Las hipótesis se sucedieron desde entonces tratando de encontrar una explicación sobre el destino y el paradero de la “colonia perdida”.

La primera idea fue que los colonos, ante la falta de provisiones, se mudaran a la capital de los Croatoans. Esta idea no es concluyente, pues no se sabe por que alguien escribió solo “Cro” en uno de los arboles, lo que podría indicar que la colonia se había ido de manera tan apresurada que, quien fuera, no fue capaz de terminar de escribir el mensaje.

Se especuló con la posibilidad de un ataque externo, bien por parte de los nativos o de los españoles, pero tampoco es concluyente por que no se halló ninguna cruz de malta en el asentamiento (lo que indicaba que habían sido victimas de un ataque).

La posibilidad de que los colonos hubiesen decidido emprender el viaje de vuelta a Inglaterra tampoco es concluyente, pues hubiesen dejado constancia de sus planes y de la fecha de su partida.

Se barajó la posibilidad de que hubiesen sucumbido al ataque de alguna tribu caníbal (de ahí que no se encontrasen restos de seres humanos), pero es muy poco probable pues no se tiene constancia de la existencia de ningún clan caníbal en la zona.

Recientemente se encontró una nueva hipótesis, la de que los colonos se hubiesen mezclado con la tribu de los Lombee, pues estos individuos presentan rasgos caucásicos (como tez pálida y ojos claros), pero los estudios de ADN que se llevaron a cabo en la Universidad de Texas no arrojaron resultados concluyentes.

Es decir, a día de hoy, continua siendo un completo misterio la desaparición de la colonia perdida y permanece en el enigma que significaba aquella misteriosa palabra tallada en la madera “Croatoan”.

Y eso no es todo, la palabra esta asociada a extrañas desapariciones de ciudadanos de EE.UU. desde la fecha, aunque en este caso, realidad y leyenda se entrecruzan de tal manera que no es posible discernir donde termina la historia real y donde empieza el mito: poco antes de su muerte en 1849, y después de unos días en que estuvo desaparecido sin que aun hoy se tenga explicación de por que, Edgar Allan Poe fue encontrado deambulando por las calles de Baltimore susurrando la palabra “Croatoan”; la misma palabra se encontró garabateada en la revista de Amelia Earhart después de su desaparición en 1937; tallada en el poste de la cama donde el celebre autor de historias de terror Ambrose Bierce durmió antes de su desaparición en Mexico en 1913; rayado en la pared de la celda donde el famoso asaltador de diligencias Negro Bart habitaba antes de ser puesto en libertad y desaparecer en 1888; escrito en la ultima pagina del diario de a bordo del buque Carroll A. Deering cunado encallo, sin nadie a bordo, en el cabo Hatteras (no muy lejos de lo que había sido Roanoke Island) en 1921…

La ultima hipótesis es la menos aceptada al implicar cierto grado de explicación sobrenatural. Y es que esta tesis aboga por que la palabra “Croatoan” tallada en el lugar donde estaba la colonia, no era la solución al enigma, sino una pista, y que sería esta tribu quien tendría la respuesta.

Imagen cortesía de annoyzview.wordpress.com

Los Croatoans eran un pueblo fuertemente espiritista y que llevaba a cabo rituales, según cuentan, para que los muertos volviesen de sus sepulturas y ayudar en las cosechas. La versión de la tribu es que por aquella época, de manera súbita,  las especies de vida silvestre de los bosques comenzaron a morir de manera inexplicable. Según sus creencias, esto se debía a que se había liberado sobre la tierra un espíritu maligno y poderoso (que ellos asociaban a una especia de reptil o serpiente). Este espíritu, se habría apoderado de los colonos de tal manera que comenzaron a asesinarse y devorarse los unos a los otros y  afirman que fue la propia niña recién nacida quien llevo la “plaga” a sus tierras al estar poseída por esa especie de demonio.

De ser cierta la leyenda de los Croatoans al respecto de la suerte que corrieron los miembros de aquella “colonia perdida”, la celebración que aun hoy perdura en EE.UU. llamada acción de gracias, tal vez no fue un festín de pavo, sino de seres humanos.

¿Fue la colonia perdida victima del ataque de un espíritu maligno que empujó a sus ciudadanos a devorarse los unos a los otros en una «locura» similar a lo que sería una «plaga zombie«? A día de hoy, el misterio de la desaparición de 117 personas en los albores de la historia de EE.UU. sigue siendo un completo enigma.

Imagen cortesía de floresdeumdeserto.blogspot.com

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Ahora sí…

Como alguno ya sabrá, hace un tiempo escribí un libro que trataba sobre la magia. Qué es y que no es. De dónde viene y a donde va, mitos y leyendas… Y aunque se ha hecho esperar, debido a los avatares que la vida de cuando en cuando plantea, finalmente está disponible.

Este post va dirigido a todos aquellos que han solicitado hacerse con un ejemplar de Tratactus Magicae.

Cualquiera que esté interesado puede solicitarlo, desde ya, a la siguiente dirección de correo electrónico:

jpnliber@yahoo.es

Allí recibirán las instrucciones pertinentes para la adquisición de uno o varios ejemplares, todos firmados, dedicados y numerados. 140 páginas que no dejan indiferente.

Como aperitivo os dejo la entrevista que me realizase Frank G. Rubio acerca del libro.

Las impresiones de un asistente a la presentación que hiciera del mismo.

Y un par de  videos (1 y 2) introductorios a la obra.

TratactusM