Resulta que en la semana que va del 4 al 10 de marzo, cuatro asteroides se han aproximado a nuestro planeta.
La primera “visita” fue el lunes 4 y la última, si las autoridades lo permiten – nótese la sorna -, el domingo 10.
Este ritmo, según los entendidos, lejos de ser una anormalidad en cuanto a frecuencia es completamente normal, sólo que ahora, es seguido de cerca por los medios de comunicación. Máxime cuando la caída de un meteorito el 15 de febrero en la ciudad rusa de Chelyabinsk ha encendido las alarmas en la comunidad científica, pues se trata del mayor impacto sufrido en la Tierra por un fenómeno de esta naturaleza en los últimos cien años. Con tan sólo 15 metros de diámetro en el momento de su entrada en la atmósfera, tenía una masa de 7.000 toneladas y liberó energía equivalente a 500 kilotones. Hirió a 1.200 personas y provocó importantes daños en los edificios de la ciudad. O eso es lo que se dice.
Cual campo de tiro cósmico, el encuentro más significativo de nuestro planeta con una de estas rocas espaciales ocurrió el sábado. El asteroide 2013 ET, que fuera descubierto el 3 de marzo por investigadores de la Universidad de Arizona, pasó a 965.606 kilómetros de la Tierra, aproximadamente 2,5 veces la distancia media entre la Tierra y el Sol. Según las primeras estimaciones, su tamaño alcanzaba los 140 metros de diámetro, pero las últimas observaciones de la NASA lo han encogido a tan sólo 40 metros.
Ese mismo sábado otro asteroide, 2013 EC20, más pequeño (sólo 7 metros de diámetro), descubierto apenas dos días antes, se acercó todavía más a la Tierra. Pasó a una distancia de 150.000 km (menos de la mitad de la distancia media entre la Tierra y la Luna).

Si el primero de los dos asteroides (2013 ET) hubiera alcanzado la Tierra podría haber destruido una gran ciudad. En 1908 otro cuerpo espacial del mismo tamaño penetró en la atmósfera sobre Siberia, en lo que se conoce como “incidente Tunguska”, y arrasó por completo bosques en una zona de 2.140 kilómetros cuadrados. Así la cosa, imaginen.
Los otros dos cuerpos de la última semana fueron el asteroide 2013 CE y el 2013 EN20, que se aproximaron el lunes y el domingo, respectivamente. El 2013 CE, con 12 metros de ancho, descubierto por el astrofísico italiano Gianluca Masi, pasó a 383.000 kilómetros, casi la misma distancia que hay entre la Tierra y la Luna. Su hallazgo se dio dos días antes de su máxima aproximación . Más allá de la órbita lunar cruzó el 2013 EN20, con cerca de 23 metros de diámetro.
A pesar de las apariencias, sin embargo, no está sucediendo nada extraordinario o que se salga de lo que es normal. Científicos de la NASA y astrónomos de todo el mundo exploran de manera contínua el cielo en busca de rocas errantes que puedan suponer una amenaza para nosotros. Y son muchos los asteroides que pasan más o menos cerca de la Tierra sin que, por ahora, podamos detectarlos.
El caso del meteorito de Chelyabinsk ha logrado concentrar la atención mundial sobre esta clase de episodios, aunque yo considero que no hay otro motivo que no sea el morbo (por lo menos desde aquel que se supone cayó y exitinguió a los dinosaurios). Cientos de toneladas métricas de materia surcan los espacios circundantes a nuestro planeta todos los días, por lo menos eso es lo que hemos – como humanos – podido detectar, de los cuales al menos un centenar penetra en la atmósfera sin mayor complicación.
Mientras, el mundo sigue las peripecias de una facción monástica (y de otras más sectarias aún), que si bien es mayoritaria en cuanto a credos no es representativa, en absoluto, en cuanto a humana. Los más exacerbados petimetres, los mismo que cada mil años anuncian la llegada de un asteroide vengador llamado Ajenjo (confundiendo estrellas, montañas, asteroides y hasta la mano derecha con la izquierda), se han dedicado a defender el honor y la honra del pastor1 que les habrá de guiar, como borregos que son, por las senda de una doctrina tan dogmática como hipócrita.
Como a menudo suelo decir: El mundo gira y los tontos miran.
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1.- Del que lo mejor que se puede decir, obviando el contexto argentino, es que es un jesuita que servía al Opus Dei.