Mundo Desconocido

Colaboraciones

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Conspiración en el Vaticano

Detrás de la Dimisión de Benedicto XVI así como en el seno del próximo Cónclave, puede que exista una conspiración en la que aparezcan chantajes, sexo, dinero, poder… en el siguiente vídeo, hablamos de todo ello con Hugo Fernández (Historiador) donde contaremos como en el turbio pasado de la santa sede  aparecen extraños suicidios, muertes sospechosas, desapariciones oportunas, sexo, ritos extraños y… dinero, mucho dinero.

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De la censura, la crítica y el disenso…

 

 

Lo prometido es deuda. Por ello aquí les presento la segunda parte de aquel artículo en el cual les hablase sobre la libertad de expresión y como esta ha de ser ejercida. Hoy toca hablar de su contrapartida, la censura. Un tema que considero no puede ser tratado si no es a través de la crítica y el disenso.

Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), la crítica, dentro de contexto, es el «examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.»

Asimismo, es el mismo organismo quien recoje en la duodécima acepción de crítica, su sinonimia con censura. Sólo para estar seguros, habremos de entender qué significa censura y si es válido equiparar la crítica con la censura.

Remitiéndonos al mismo organismo, la RAE, vemos que censura es «el dictamen y juicio que se hace o da acerca de una obra o escrito.» A este punto, podemos establecer como válido es uso de censura como sinónimo de crítica.

La censura previa, por su parte, es «el examen y aprobación que anticipadamente hace el censor gubernativo de ciertos escritos antes de darse a la imprenta.» O en nuestros días, la que se aplica a la información antes de ser publicada. Cosa que en Mundo Desconocido no tenemos a gala.

En otras acepciones, y caso peor, la censura es: «Corregir, reprobar o notar por malo algo. Murmurar, vituperar.»

Lo cual nos lleva a hacer notorio el hecho de que algunos de esos que esgrimen la libertad de expresión como argumento no sólo la mal usan sino que lejos de hacer ejercicio de la libertad, van en contra de ella, pues tienden a tomar por malo lo que no encaja en su ideario – por veraz que aquello pudiera ser – o simplemente se dedican al murmullo y vituperio1.

De ahí que se pueda aceptar: «Disiento con respecto de lo expuesto por esto y lo otro», «Considero que en este caso puede aplicarse, además, tal cosa», etc. en lugar de: «No tienes ni puta idea» «Eres un tal o un cual», etc…

Dicho esto, en un sentido más amplio, teniendo en cuenta la etimología de crítica – krínô, «juicio, discernimiento, criterio» – esta es el objeto que sirve para discernir la verdad evidencieando, previamente, la falacia o el error argumental al que un aserto pudiera estar sujeto.

La crítica no puede ser expresada, a tenor de lo expuesto, sino como una opinión formal, fundada y razonada, que por fuer ha de ser necesariamente analítica. Sin caer en insultos, descrédito y cualquiera de los delitos que en contra de la libertad de expresión algunos, en base a los sesgos cognitivos de los que adolecen, vienen ejerciendo.

En lenguaje coloquial – aquel que usa todo el mundo para referirse a cosas que se creen conocidas de todos y que no habla de ninguna de ellas – la crítica a sido adjetivada y se le atribuyen  acepciones pretendidamente positivas o negativas (se equipara la crítica clásica a una secuencia sistemática de objeción, oposición y confrontamiento, por reducción absurda hasta un estado de dilema maniqueo en el que se confrontan y mal entienden los conceptos de Bien y del Mal). Es lo que se conoce como pseudocríticas, «falsas críticas», que comprenden las denominadas como crítica constructiva y destructiva.

censura

Analizando estas dos pseudo críticas veremos que:

La crítica constructiva es la que se interpreta,  propone nuevas soluciones a los problemas o defectos que se expongan en la crítica.

Mientras que la crítica destructiva se dirige a la persona, a la identidad de la persona, mientras que la retroalimentación va dirigida a la conducta o el comportamiento. No es lo mismo decir «eres tonto», que decir «has hecho una tontería». En el primer caso se entiende que todas las cosas que realice esa persona persona serán tontenrías, mientras que en el segundo caso estamos hablando de un hecho puntual.

Y aquí la incongruencia. Por fuerza, por muy positiva que una crítica sea, siempre pondrá de relieve el error y proveerá de solución alternativa al problema de razonamiento. Destruyendo así, parte del argumento. De ahí que se diga que la crítica es una y que las críticas positiva y destructiva sean falsas2. Eso sin mentar siquiera a Kant, Gottlieb o a Sartre 3.

Por otra parte, deberíamos de conocer que es un disenso, como acto de disentir y ver que relación tiene con todo esto que les vengo contando. Según la RAE, el disenso, en los terminos propuestos, es el «no ajustarse al sentir o parecer de alguien.» Lo cual nos puede llevar al buen y correcto uso de la crítica, en el mejor de los casos, o a callarnos, en el peor. Nunca a atacar a una persona (falacia ad hominem) en lugar de exponer los puntos flacos de un argumento de forma cordial y respetuosa, aportando pruebas al respecto y no elucubraciones o creencias dogmáticas.

Así la cosa, vemos como muchos de los que enarbolan el paraguas de la libertad de expresión, sólo lo hacen para cobijarse y protegerse de las respuestas merecidas por sus actos ya no impropios sino dementes. El derecho a la libertad de expresión no está concevido para que cualquier descerebrado nos haga demostración de su falta de educación y entendederas.

La crítica, por su parte, tampoco es instrumento para evidenciar el fanatismo propio del que la mal emplee. Así no se avanza. Así se cometen asesinatos y se provocan guerras.

De modo que puede concluirse, sin género de duda, que tanto la crítica, como el derecho de la libertad de expresión, son prostituidos por los que sin saber ejercen de censores. Y se les llena la boca, de ignorancia y no saber, tanto que se atragantarán.

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1.- Vituperio es el oprobio que se dirije contra alguien. Siendo que oprobio es la afrenta y deshonra.

2.- Nuevamente nada es relativo. Que por cierto, es el argumento del ignorante. Todo es relativo, es una sentencia absoluta. Al existir un elemento no relativo dentro del aserto, este se desmorona y se evidencia erróneo.

3.- Y las obras de Crítica a la Razón Pura, a la Razón Práctica y a la Razón Dialéctica.

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«CROATOAN» La Leyenda de la Palabra Maldita

La historia de la primera colonia inglesa de Norteamérica sigue fascinando a investigadores y cronistas a lo largo de los últimos 400 años..

La historia comienza en 1585, cuando el comandante Arthur Barlowe, junto con un pequeño grupo de pioneros arribó a la isla de Roanoke, frente a las costas de la actual Carolina del Norte, EE.UU. A pesar de que en un primer momento la relación con los nativos no era mala, pronto se truncó y comenzaron las tiranteces; así que cuando el corsario Sir Francis Drake arribó a la isla en 1856, el pequeño grupo de expedicionarios partió rumbo a Inglaterra con el pirata. Poco después, Sir Richard Grennville volvió a Roanoke con provisiones para el pequeño grupo de colonos, pero al no encontrar allí a nadie volvió a Inglaterra no sin antes dejar en la isla a un grupo de 15 soldados para mantener la guarnición. Se cree que este pequeño grupo sufrió las acometidas de los indios locales y partió rumbo a Inglaterra, sea como fuere, nunca mas se volvió a saber acerca de estos 15 hombres.

Un año después, el 22 de julio de 1587, un grupo de 118 colonos (90 hombres, 17 mujeres y 11 niños) llegaron de nuevo a Roanoke, con la intención de llevar a cabo un segundo intento de colonizar la isla y establecer un asentamiento permanente en las Américas. El viaje estaba comandado por John White (que ya había estado en la primera expedición a la isla), financiado de nuevo por el magnate Sir Walter Raleigh y bajo el patrocinio de la corona inglesa. El día 18 de agosto nació el primer niño ingles en América, fue en realidad una niña, Virginia Dare, hija de Eleonor W. Dare y nieta de John White.

Las primeras semanas después del asentamiento de los colonos todo se prometía, cuanto menos, esperanzador. Las relaciones con los clanes indígenas no parecían ser hostiles. La tribu de los Croatoans se mostraba bastante colaboradora con el asentamiento inglés y la tribu de los Secatoans, si bien se mostraban mas reacios, tampoco parecían manifestarse hostiles, aunque se habían negado a reunirse con los ingleses.

Sin embargo los problemas comenzaron a finales del mismo año 1587, cuando el colono George Howe apareció muerto en una playa cercana cuando había salido solo a cazar cangrejos. Pronto se especuló con la posibilidad de que alguna de las tribu de la isla le hubiese asesinado, así que ante el desagradable acontecimiento, y unido a que los recursos de la colonia comenzaban a escasear, John White dejo atrás a su hija y su nieta y se embarcó rumbo a Inglaterra para informar a la reina Isabel I y recoger algunos suministros.

Cuando White regresó a Londres, se vio atrapado en la capital británica por la guerra contra España y la falta de fondos por parte de la corona.  Pronto se percato que volver a Roanoke no seria posible hasta que la contienda terminase.  Pasaron tres largos años hasta que John White pudo poner pie de nuevo en la isla de Roanoke, fue el 18 de agosto de 1590, justo cuando su nieta cumplía 3 años… y entonces comenzó el misterio.

Y es que lo que White se encontró a su regreso, fue que los 117 colonos que había dejado allí hacia tres años, habían desaparecido sin dejar rastro.

Las casas de dos plantas y techos de paja que se habían construido estaban totalmente desmanteladas y los establos, donde se alojaba el ganado, vacíos. Lo único que los colonos habían dejado en el lugar fueron dos tumbas (una de ellas probablemente perteneciente a George Howe), una misteriosa palabra escrita en uno postes de la fortaleza “Croatoan” y las letras “Cro” talladas en la corteza de un árbol cercano. Eso fue lo único que quedó de una población de mas de 100 personas.

Imagen cortesía de www.yorokobu.es

No había indicios de batalla ni hambre y no se encontró tampoco ninguna cruz maltesa (signo que se había pactado con los colonos para determinar que habían sido victimas de un ataque foráneo). Todo esto hizo suponer a White que los colonos se habrían mudado a la capital de la tribu de los Croatoans y allí mezclado con la población local; no pudo comprobarlo. Una gran tormenta se abalanzó sobre el poblado poniendo en grave peligro tanto a la expedición, como al buque que les había llevado a Roanoke. El capitán del barco advirtió a White que debían partir de manera inmediata si querían conservar sus vidas y la integridad del navío. Regresó a Inglaterra y comenzó así la leyenda de la “colonia perdida” que aun hoy en día permanece en el misterio.

Las hipótesis se sucedieron desde entonces tratando de encontrar una explicación sobre el destino y el paradero de la “colonia perdida”.

La primera idea fue que los colonos, ante la falta de provisiones, se mudaran a la capital de los Croatoans. Esta idea no es concluyente, pues no se sabe por que alguien escribió solo “Cro” en uno de los arboles, lo que podría indicar que la colonia se había ido de manera tan apresurada que, quien fuera, no fue capaz de terminar de escribir el mensaje.

Se especuló con la posibilidad de un ataque externo, bien por parte de los nativos o de los españoles, pero tampoco es concluyente por que no se halló ninguna cruz de malta en el asentamiento (lo que indicaba que habían sido victimas de un ataque).

La posibilidad de que los colonos hubiesen decidido emprender el viaje de vuelta a Inglaterra tampoco es concluyente, pues hubiesen dejado constancia de sus planes y de la fecha de su partida.

Se barajó la posibilidad de que hubiesen sucumbido al ataque de alguna tribu caníbal (de ahí que no se encontrasen restos de seres humanos), pero es muy poco probable pues no se tiene constancia de la existencia de ningún clan caníbal en la zona.

Recientemente se encontró una nueva hipótesis, la de que los colonos se hubiesen mezclado con la tribu de los Lombee, pues estos individuos presentan rasgos caucásicos (como tez pálida y ojos claros), pero los estudios de ADN que se llevaron a cabo en la Universidad de Texas no arrojaron resultados concluyentes.

Es decir, a día de hoy, continua siendo un completo misterio la desaparición de la colonia perdida y permanece en el enigma que significaba aquella misteriosa palabra tallada en la madera “Croatoan”.

Y eso no es todo, la palabra esta asociada a extrañas desapariciones de ciudadanos de EE.UU. desde la fecha, aunque en este caso, realidad y leyenda se entrecruzan de tal manera que no es posible discernir donde termina la historia real y donde empieza el mito: poco antes de su muerte en 1849, y después de unos días en que estuvo desaparecido sin que aun hoy se tenga explicación de por que, Edgar Allan Poe fue encontrado deambulando por las calles de Baltimore susurrando la palabra “Croatoan”; la misma palabra se encontró garabateada en la revista de Amelia Earhart después de su desaparición en 1937; tallada en el poste de la cama donde el celebre autor de historias de terror Ambrose Bierce durmió antes de su desaparición en Mexico en 1913; rayado en la pared de la celda donde el famoso asaltador de diligencias Negro Bart habitaba antes de ser puesto en libertad y desaparecer en 1888; escrito en la ultima pagina del diario de a bordo del buque Carroll A. Deering cunado encallo, sin nadie a bordo, en el cabo Hatteras (no muy lejos de lo que había sido Roanoke Island) en 1921…

La ultima hipótesis es la menos aceptada al implicar cierto grado de explicación sobrenatural. Y es que esta tesis aboga por que la palabra “Croatoan” tallada en el lugar donde estaba la colonia, no era la solución al enigma, sino una pista, y que sería esta tribu quien tendría la respuesta.

Imagen cortesía de annoyzview.wordpress.com

Los Croatoans eran un pueblo fuertemente espiritista y que llevaba a cabo rituales, según cuentan, para que los muertos volviesen de sus sepulturas y ayudar en las cosechas. La versión de la tribu es que por aquella época, de manera súbita,  las especies de vida silvestre de los bosques comenzaron a morir de manera inexplicable. Según sus creencias, esto se debía a que se había liberado sobre la tierra un espíritu maligno y poderoso (que ellos asociaban a una especia de reptil o serpiente). Este espíritu, se habría apoderado de los colonos de tal manera que comenzaron a asesinarse y devorarse los unos a los otros y  afirman que fue la propia niña recién nacida quien llevo la “plaga” a sus tierras al estar poseída por esa especie de demonio.

De ser cierta la leyenda de los Croatoans al respecto de la suerte que corrieron los miembros de aquella “colonia perdida”, la celebración que aun hoy perdura en EE.UU. llamada acción de gracias, tal vez no fue un festín de pavo, sino de seres humanos.

¿Fue la colonia perdida victima del ataque de un espíritu maligno que empujó a sus ciudadanos a devorarse los unos a los otros en una «locura» similar a lo que sería una «plaga zombie«? A día de hoy, el misterio de la desaparición de 117 personas en los albores de la historia de EE.UU. sigue siendo un completo enigma.

Imagen cortesía de floresdeumdeserto.blogspot.com

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Libertad de Expresión (de una vez por todas)

 

 

Como dirían en mi pueblo: «Todos los refranes obran», y ya deberían de conocer que «el hombre que es puñetero, es el que es refranero». Por eso que escriba cosas como «con pólvora de rey» o «de tanto que va el cántaro…»

A simple vista, y para aquellos dotados de la complejidad que suelen tener las asas de los cubos, pudiera parecer que esta entradilla no tiene que ver con el artículo. Con asombro se descubrirá que sí. Aunque ya pronostico que lo haran tarde. Sobre todo por que «sólos se juntan» y que por necesidad ha de haber «una lechuga entre dos coles».

La libertad de expresión, y no por que me apetezca, puede definirse como: «Aquella idea que siendo noble y ateniéndose a los condicionantes de la libertad, es esgrimida por palurdos maleducados a fin de hacer su capa un sayo, intentando imponer un criterio parcial, fruto del prejuicio, sobre otro que es verdadero o difamar a un individuo concreto». Y van a ver por qué.

De la libertad de expresión, o más correctamente del derecho a ella, puede decirse que es libertad de pensamiento y difusión de ideas, entendiéndose que el disenso entre tales ideas es propiciatorio del avance de las artes y las ciencias. Por ejemplo, si yo preguntase a 100 personas qué es un río, cada una me daría su visión particular. La visión holística del conjunto de respuestas, nos acerca a la realidad que el río es, y aunque existan respuestas no concordantes, no tienen por que ser contrarias, sino más bien complementarias. De ahí que si alguien dice que el río es una corriente de agua que va a dar al mar, no exista conflicto al decir que cursa sobre una escorrentía o que pueda formar parte de un ecosistema. Puntos de vista diferentes, cada uno con su carga de razón, que son complementarios.

Antes de continuar habría que ver qué demonios significa libertad, sólo para estar seguros de lo que hablamos. Remitiéndonos al compendio de la lengua que es la Real Academia Española  – esa que repugna a cierta casta de «pelabaudios»1 –  veremos que la libertad, dentro de contexto, no es sino:

«La facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no
obrar, por lo que es responsable de sus actos».

Libertadexpresion

Sabido esto, podrían enumerarse algunas cuestiones con respecto de la libertad, de la expresión, del derecho a la misma y de sus consecuencias. De como no deben confundirse libertad y libertinaje o, caso peor, libertad con omnipotencia. Cosa que algunos viles cobardes acostumbran a hacer gracias al anonimato que la pantalla confiere.

Sin ir más lejos, de la libertad de expresión según la entendieran Molliere, Pach, Rosseau o Voltaire, dimana directamente la libertad de prensa.

Una prensa que si bien puede exponer ideas, no ha de ser tendenciosa. En caso que lo sea, tampoco es cuestión de crucificar a quienes así lo hacen, ya que no son otra cosa que reflejo de la sociedad que demanda tales informaciones y que al tiempo desarrolla y normaliza tal ignominia y claro está: «De aquellos polvos, estos lodos».

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión.

Tal derecho comprende, en principio, la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole. Siendo que tal ejercicio  no puede estar sujeto a previa censura, sino a responsabilidades ulteriores (más nocivas, añado), las que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar el respeto a los derechos, libertades y/o la reputación de los demás, así como la protección de la seguridad nacional, el orden público, la salud o la moral. Y aunque de esto se pueda debatir largo y tendido, de momento nos sobra y basta.

Teniendo esto en cuenta, decir que no se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares, del papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones.

Así la cosa, queda implícita, por su naturaleza, la prohibición de toda propaganda en favor de la guerra/violencia (algo que en una etapa anterior de Mundo Desconocido, muchos anhelaban, no seremos nosotros quien lo haga), y toda apología del odio nacional, sexual, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas. Ya que esa pretendida libertad de expresión, en la que el memo se ampara, iría en contra de los derechos y libertades de los individuos.

Si lo prefieren: Actuar más allá de dicho ámbito, es no actuar dentro de dicho derecho, sino fuera de él. Quien así actúa viola no sólo el derecho a la libertad de expresión, sino el de respeto de la honra y al reconocimiento de la dignidad de quien se expresa. Y es que «vale más el callar y parecer tonto, que el hablar y confirmarlo.»

Asimismo, nadie debe ser objeto de injerencias arbitrarias ni abusivas en su vida privada, en la de su familia, su domicilio o correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o reputación. Aunque en la red, parece ser un deporte «nazi-onal»2. Y ya se conocen casos de agresiones físicas y amenazas por correo. Unos actos peripatéticos de los que muy probablemente jamás conocieran a su padre3.

Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra dichos ataques, pues quien los acomete no sólo es delincuente, sino tambien malechor. Lo cual nos lleva al derecho de respuesta, réplica y rectificación. Que es tan molesto para aquellos de quienes hablo, que automáticamente lo tildan de censura. Y no sólo porque «crea el ladrón que todos son de su condición» (que también), sino más bien por el «dime de qué presumes y te diré de que careces…»

Este derecho, el de replica, se fundamenta en que toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general tiene derecho a efectuar por el mismo órgano de difusión su rectificación o respuesta en las condiciones que establezca la ley.

Para la efectiva protección de la honra y la reputación, toda publicación o empresa periodística, cinematográfica, de radio o televisión tendrá una persona responsable que no esté protegida por inmunidades ni disponga de fuero especial, que se encargará de velar por el correcto uso de este derecho. Sin traspasarlo ni ser víctima de su mal empleo.

Hasta aquí la primera parte sobre la libertad de expresión. Por aquello de hablar con propiedad, en la próxima entrega les hablaré del disenso, la crítica y la censura.

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1.- El baudio es la unidad de la velocidad de transmisión de señales, equivalente a un bit por segundo. De ahí que a las personas sin vida social que se dedican a pagar su frustración con quien encuentran en sus derivas virtuales, les llame «pelabaudios».

2.- Por aquello de la «aldea global»: nacional.

3.- Me refiero a lo que en psicología se conoce como la ausencia de referente paterno. Que no vaya a ser que alguno lo descontextualice.