Ahora que «habemus papam», «amtipapam» y/o «papam-atas», vengo yo a plancharles la oreja (o los ojos) con una de esas cosas que un día me dio por pensar sobre un suceso de aquellos que contemplo como de tipo paralelo (paranomal), por las circunstancias que lo rodeaban. Aun cuando los hay quien le atribuyen un origen sobrenatural. Hoy día lo veo con otros ojos, quizás por ser antes más ignorante atrevido que ahora, quizás porque el árbol que tenía delante no me dejaba ver el bosque. Igual de ignorante sigo, pero quizás más prudente. El suceso de marras no es otro que el que encabeza el título de esta entrada, y su explicación aquello que aparece entre paréntesis, más o menos.
Vaya por delante que tanto si he develado un misterio, como si no, eso es cosa que no está dentro de mi alcance aseverar, sino que han de ser los que «saben» los que corroboren. Aún así, no eludiré la carga de prueba – que muchos están acostumbrados a ello – sino que, por el contrario, más de una habré de aportar.
Podemos definir el olor de santidad (no confundir con el «loor»1) como el aroma fragante que emanaba algunos santos y mártires al morir o después de muertos. También algunos vivos (no tenidos por santos, añado), tales como médiums, «dotados» paranormales y/o enfermos corporales2 o mentales.
Se dice que olían de forma fragante el fraile Servolo, San Simón, San Policarpo, Santa Catalina de Ricci3 o Santa Teresa de Jesús4. Esto sobraba y bastaba para elevar a los altares a aquellos a quien se suponía tocados por la mano de Dios. Ya que se interpretaba que tales hechos obedecían a la faceta milagrosa del mismo, ya que en lugar de oler mal (a cadaver), olían bien (a fragancias florales).
El problema es los osmóforos botánicos son las glándulas en las que se producen las sustancias volátiles que producen el olor de las flores. Cosa de la cual los humanos estamos desprovistos. Familias botánicas como la Asclepiadaceae, Aristolochiaceae, Araceae y Orchidaceae están provistas de ellos pero no las personas. De modo que debe de existir una relación entre los «aceites esenciales» contenidos en la vacuolas de estas plantas y los olores atribuídos a los santos. por ejemplo: En las plantas Jasminum, Rosa yViola, estos aceites esenciales (muy volátiles) se forman en las vacuolas de las células de la epidermis y el mesófilo de los pétalos, si la temperatura es suficiente, éstos se evaporan a través de la pared celular y/o de la cutícula. Siendo que a medida que se evaporan, en el citoplasma se reponen estos sintéticos.
Pero como los humanos carecemos de ello ¿Qué cosa podría producir tal efecto?
El olor es una sensación producida por estímulo del sentido del olfato.
Por su parte, el aroma es la fragancia del objeto que permite la estimulación del sentido del olfato5
El sentido del olfato está constituido por células olfatorias ciliadas, que constituyen los receptores olfativos. Es un órgano versátil, con gran poder de discriminación y sensibilidad, capaz de distinguir unos 2000 a 4000 olores diferentes. La importancia de los aromatizantes radica en la, función que desempeñan. Por ejemplo, puede mezclarse con el aroma propio de un alimento al que se agrega; anulándolo; puede generarse una mezcla íntima de ambos, produciéndose un nuevo aroma; o bien puede resultar una, mezcla parcial, manteniéndose las características aromáticas de ambos y desarrollándose además un nuevo aroma.
Se han hecho reiterados intentos de agrupar las numerosas sensaciones olfatorias en las denominadas como «fundamentales», con resultados poco exitosos (menos que en el sentido del gusto).
En 1752 Linneo estableció 7 tipos de olores: fragante, aromático, ambrosiaco, aliáceo, caprílico, fétido y nauseabundo. Más tarde, Zwaardemaker en 1895 agregó a esta clasificación dos olores más: Etéreo y Quemado.
En 1916 Henning propuso un diagrama espacial en forma de prisma, ubicándose los 6 olores considerados básicos, en los vértices, y estando los olores intermedios ubicados en las aristas y caras del prisma.

Posteriormente, Crocker y Henderson en 1927, propusieron una clasificación tetramodular, con 8 grados de intensidad, estableciendo un compuesto químico básico para cada módulo:
|
Olor
|
Compuesto químico básico
|
|
fragante
|
metilsalicilato (8453)
|
|
ácido
|
ácido acético 20% (3803)
|
|
quemante
|
guayacol (7584)
|
|
caprílico
|
2,7 dimetiloctan (3518)
|
En 1964, Schutz intentó una nueva clasificación que diferencia 9 factores odoríferos y señala el patrón de cada uno de ellos: fragante (metilsalicilato), quemante (guayacol), sulfuroso (etildisulfuro), etéreo (1 propanol), dulce (vainillina), rancio (ácido butírico), aceitoso (heptanol), metálico (hexanol) y a condimentos (benzaldehído). Los patrones se usan concentrados, a excepción del ácido butírico al 3,8% y el disulfuro de etilo al 0,03%.
Existen más clasificaciones ( como la de Wenger, Woskow, Wright, etc.), pero hasta ahora no hay un consenso generalizado en esto del «goler»6. Esto se debe a que se estima que existen cerca de 50.000 olores diferentes, pero el ser humano sólo es capaz de detectar entre 2.000 y 4.000 de ellos7.
Lo cual nos lleva al denominado como «grupo osmóforo», que es la parte, de la molécula responsable del olor. En base a ello, y aunque es infinitamente complicado y aburrido, Henning describió la posición «para» como característica de los olores a especias y la de «meta» para los florales etc. Cosa curiosa, pues estamos tratando con sucesos «meta»-físicos en los que intervienen pretendidas entidades «meta»-humanas.
Ahora que estoy seguro que se ha perdido, decirle que lo que pretendo es hacerle notar que lo que solemos identificar como olor a Rosa, en realidad es olor a Rosa120, o Rosa38.907 o, o Rosa53. Nos es imposible distinguir uno de otro Dado que, por lo general adolecemos de:
1.- Desconocimiento de la dimensión del estímulo.
2.- Desconocimiento de la región de detección en el órgano mismo.
3.- Imposibilidad de controlar el dolor que se produce por estimulación simultánea del trigémino y que acompaña a la percepción de olores, por ejemplo el lagrimeo al oler cebolla o el estornudo al oler pimienta.
4.- Control de humedad y temperatura de la región olfatoria durante la percepción. Ya que es necesaria una determinada humedad para producir la disolución de la sustancia olorosa en la mucosa.
5.- Control de presión y velocidad de flujo del aire que se emplea en la determinación de olores.
6.- Control sobre otras características anejas de la misma. Por ejemplo que aire, olor a parte, sea inodoro.
7.- Imposibilidad de cuantificar la sustancia olorosa que llega a la mucosa, salvo en «mucho» o «poco».
8.- Imprecisión al expresar la intensidad del estímulo.
9.- Falta de vocabulario que ayude e la clasificación.
10.- La adaptación al estímulo sensorial.
Eso por no hablar de la anosmia (no percibe olores), hiperanosmia (la respuesta es exagerada), merosmia (ceguera a ciertos olores), heterosmia (se perciben olores falsos), antosmia (se tiene la sensación sin que exista estímulo), que bien podían explicar el asunto del olor a santidad o de las osmogénesis.
Volviendo con el asunto botánico, en mi experiencia como horticultor y jardinero, he podido observar (cosa que cualquier botánico puede corroborar8), que con un mazo suficientemente grande de flores, lo que antes era agradable y fragante ahora es un castigo divino.Sobre todo por la escalofriante similitud que con este hecho tiene. Las agrupacionas florales masivas, expelen un aroma tan concentrado que hiede a muerto. Del mismo modo en que he podido comprobar que en los diferentes estadíos de la metagonía celular (una vez que las funciones corporales que entendemos por vida han cesado sin forma de remisión posible), al principio de este suceso, se proyecta un aroma que recuerda a flores o frutos. Cualquier médico forense que haya lidiado con cadáveres, le confirmará este hecho9. Igualmente le podrá confirmar – si mi palabra sola es insuficiente – como el aroma gana en intensidad, y antes de convertirse en lo que todos creemos como «olor a muerto», adquiere unos matices dulces tan empalagosos que nos invaden en el más amplio sentido de la palabra. Tan penetrantes son, que horas depués seguimos olíendolos10.
Decir que las flores huelen a muerto es lo mismo que decir que los muertos huelen a flores y nadie se escandaliza de lo segundo.
Si imaginamos los olores no como un prisma sino como un vector cromático, por ejemplo, veremos que conocemos (en cuanto a «olores» se refiere, claro) por ejemplo, rojo y amarillo, pero que a la hora de definir naranja no sabemos como y nos parece que es como olor a Rosas, sean estas 120, 39-i o zfalopia perro podrido.
Que hay plantas que huelen eminentemente a podrido, es cierto pero ¿Qué pasaría si todas lo hicieran? A menudo es lo que suele suceder. Atraen insectos. Y aunque no todos anidan en carne en descomposición si que detectan, vía olfativa, el comienzo de la misma.
Imaginemos un dial que va desde menos podrido a podrido del todo:
(1)menos podrido, (2)podrido, (3)podri-podri, (4)podrido del todo.
La frangancia floral estaría situada en el número 1 (menos podrido) y el cadaver putrefacto en el (4).
Esto implica que para que un cadaver pueda oler a flores – descartando ungüentos y chuminadas varias – devería de estar poco podrido. Cosa que se da. Y si no que se lo pregunten a Don Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo11, que tenía a bien el pasearse con el brazo incorrupto de aquella mística acetonómica diabética, que fuera Santa Teresa de Jesús.
Es común que los cadáveres incorruptos (nos parezca que) huelan a flores, ya que su descomposición ha sido mínima.
Ahora bien: ¿Es esto así?. No lo sé. A mí, desde luego, me lo parece. Esto explicaría infinitud de fenómenos de osmogénesis en los que en apariencia no hay una causa conocida para la aparición de un olor singular.
Lo normal es que un cuerpo se pudra y retorne al poético polvo, cuando esto no se da una serie de fenómenos, por ejemplo la osmogénesis floral, también aparecen. De ahí que lo considere como paralelo en lugar de como sobrenatural.
Resumiendo: El denominado «olor a santidad», desde mi perspectiva, creo, se produce, porque los cadáveres al pudrise poco huelen poco.
——————————————————————————————————————————————————
1.- Loor significa «Fama». No es lo mismo morir oliendo a santo que siendo aclamado como tal.
2.- Por ejemplo, los tísicos exhudan un característico olor a rosas que proviene de sus pulmones. En casos extremos de delirium tremens se ha detectado olor a: 1.- Piñas; 2.- Violetas. Y mi favorito, la acetonemia diabética que da un olor similar al de las manzanas, solo que cuando lo he presenciado, la escena no era muy agradable.
3.- Aquejada de anuria, cuyo tratamiento – la trementina – producía fragancia floral (se interpreta como olor a violetas).
4.- Afectada por la brucelosis. De efectos olorosos similares a los de la acetonemia.
5.- Por eso en el lenguaje común se confunden y usan como sinónimos.
6.- Goler: Pretérito muy imperfecto del verbo «oler».
7.- Lo cual sitúa a los olfatos más desarrollados en un pico de 11 veces el humano. Nada de cien o mil.
8.- En mi caso tres, sin realción en el espacio ni el tiempo.
9.- Si a usted esto le parece una barbaridad: a) No ha olido mazos florales. b) No ha olido un muerto en las diferentes fases de descomposición. c) No tiene vida social y pasa el rato haciendo aspavientos.
10.- De ahí que muchos utilicen un poco de mentol sobre el labio superior.
11.- «Claudillo» de España.