Debido a una serie de problemas técnicos y a la nada despreciable posibilidad de que las niñas de mis «vecinos de arriba» actúen bajo la influencia del «vecino de abajo», las respuestas a las preguntas formuladas tardarán un poco en llegar.
Pido disculpas por el retraso en la entrega. Entre tanto, les dejo una noticia que me ha parecido de sumo interés. A pesar del título, que he de reconocer que se las trae. Pero bueno, un poco de sorna tampoco viene mal (así me despejo). Es por ello que encontrará cierta ironía y jocosidad en un artículo tan serio como pueda ser la invisibilidad en las sardinas, que ya le digo que en realidad lo es. Pese a este arrebato humorístico que me ha dado.
Parece ser que los peces plateados como las sardinas o los arenques, son capaces de saltarse a la torera una de las leyes de la Física, en concreto, la que se refiere a la reflexión de la luz. Estos peces evitan delatarse a sí mismos con su propia «capa de invisibilidad».
Viktor Grebennikov sonreiría (de estar vivo) ante tal descubrimiento, pues para él era cosa sabida que ni las sardinas se saltan las leyes de la física ni los humanos, mal que pese, las entienden. Las leyes de la física, no a las sardinas.
Por su parte Henry Bergson encontraría justificación a sus teorías filosóficas con tales asertos, los de los hombres de Bristol y los de Grebennikov.
Hasta ahora se creía que la piel de los peces polarizaba la luz de forma plena cuando ésta se reflejaba en ella (debido a una serie capas de cristales reflexivos de guanina). A medida que la luz se polariza, se supone, debería de producirse una disminución en su reflectividad. El caso es que los investigadores de la Escuela de Ciencias Biológicas de Bristol han encontrado que la piel de las sardinas y del arenque contiene dos tipos de cristal de guanina, cada uno con diferentes propiedades ópticas. Mediante la mezcla de estos dos tipos, la piel del pez no polariza la luz reflejada sino que, además ¡oh, sorpresa!, mantiene su alta reflectividad.
Las sorpresa en tal hallazgo quizás se deba a un exceso de cientifismo positivista, bastante simplista, al pensar que tales animales estaban dotados exclusivamente de un único tipo de cristal. ¿Porqué habría de ser así? «Qui lo sá»…
Nicholas Roberts, descubridor de tal peculiaridad sardinera señala:
«Creemos que estas especies de peces han evolucionado a esta particular estructura de múltiples capas para ayudar a ocultarse de sus depredadores, como los delfines o el atún. Estos peces han encontrado una manera de maximizar su reflexión desde todos los ángulos desde los que son vistos. Esto ayuda al pez a camuflarse con el entorno ambiental en mar abierto, haciendo que sea menos probable ser visto».
Mientras tanto, el mundo gira y los tontos miran. Y las quebradas voces de las alturas repican con inusitada parsimonia: «Aroha, deja de dar por c**o y métete ya en la cama ¡coj***s!».
Ahora si que sí.