Médicos canadienses de una unidad de cuidados intensivos se han encontrado un extraño caso investigando a cuatro pacientes terminales en el que uno de ellos mostró una persistente actividad cerebral después de ser declarado clínicamente muerto.
Durante más de 10 minutos después de que los médicos hubiesen certificado su muerte, incluyendo ausencia de pulso e incluso no reacción de las pupilas, el paciente parecía experimentar las mismas ondas cerebrales que experimentamos mientras dormimos, las llamadas ondas delta del sueño profundo.
La investigación que ha llevado a cabo un equipo de la Universidad Western Ontario de Canadá informa que las ondas delta persistieron en el paciente después del cese del ritmo cardiaco y de la presión arterial.
Igualmente han destacado que la muerte podría ser una experiencia única para cada individuo ya que los cuatro pacientes examinados mostraban pocas similitudes en su actividad cerebral tanto antes como después de ser declarados clínicamente muertos.
Como no encuentran por el momento una explicación a estas irregularidades, pensaron en un primer momento que podrían deberse a un malfuncionamiento de los equipos médicos pero después de comprobar minuciosamente que éstos funcionan perfectamente, han descartado que sea un error en las mediciones.
Los investigadores afirman que suceden cosas muy extrañas en el momento de la muerte y después. De hecho en dos estudios llevados a cabo en 2016 encontraron que mil genes todavía funcionaban varios días después de la muerte en cadáveres humanos. Incluso incrementaron su actividad siguiendo al momento exacto de la muerte clínica.
Afirman que habrán de seguir investigando ya que las conclusiones no son todavía determinantes.
The research has been published in The Canadian Journal of Neurological Sciences.
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