Mundo Desconocido

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Tras la desesperación pertinente ante la imposibilidad de colgar el presente audio, decir que finalmente he podido hacerlo.

En este nuevo audioprograma contestaré la primera remesa de las preguntas que amablemente mandaron a esta web. Temas tan interesante como el ADN, el estado Panóptico, la teoría del poder weberiana y alguna cosa más. De ahí que coloque un peón como imagen ilustrativa.

Para finalizar, contarles lo de siempre: No estoy en posesión de la Verdad Absoluta. Por lo que las opiniones dadas son sólo eso, opiniones. Así mismo, si estas hubieran de ser tenidas en cuenta, no pretenden ser doctrinarias de nada ni de nadie.

 

[audio:http://www.mundodesconocido.com/audioprogramas/JPN.mp3]

Descargar audioprograma

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La Destrucción de Nuestros Ciclos Biológicos

Uno de los principales métodos de control humano es la desvinculación de nuestros ciclos biológicos ligados a los ritmos terrestres, lunares, solares, etc…

Con ello perdemos la importante conexión con nuestra divinidad y potencial humano-divino.

Os instamos a ver el vídeo, donde explicamos como consiguieron acabar con esa unión con el todo, a buen seguro, no os dejará indiferente.

[http://youtube.com/watch?v=zjQmidcFFkU]

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Invisibilidad en sardinas. Como lo lee.

 Debido a una serie de problemas técnicos y a la nada despreciable posibilidad de que las niñas de mis «vecinos de arriba» actúen bajo la influencia del «vecino de abajo», las respuestas a las preguntas formuladas tardarán un poco en llegar.

Pido disculpas por el retraso en la entrega. Entre tanto, les dejo una noticia que me ha parecido de sumo interés. A pesar del título, que he de reconocer que se las trae. Pero bueno, un poco de sorna tampoco viene mal (así me despejo). Es por ello que encontrará cierta ironía y jocosidad en un artículo tan serio como pueda ser la invisibilidad en las sardinas, que ya le digo que en realidad lo es. Pese a este arrebato humorístico que me ha dado.

Parece ser que los peces plateados como las sardinas  o los arenques, son capaces de saltarse a la torera una de las leyes de la Física, en concreto, la que se refiere a la reflexión de la luz. Estos peces evitan delatarse a sí mismos con su propia «capa de invisibilidad».

Viktor Grebennikov sonreiría (de estar vivo) ante tal descubrimiento, pues para él era cosa sabida que ni las sardinas se saltan las leyes de la física ni los humanos, mal que pese, las entienden. Las leyes de la física, no a las sardinas.

Por su parte Henry Bergson encontraría justificación a sus teorías filosóficas con tales asertos, los de los hombres de Bristol y los de Grebennikov.

Hasta ahora se creía que la piel de los peces  polarizaba  la luz de forma plena cuando ésta se reflejaba en ella (debido a una serie capas de cristales reflexivos de guanina). A medida que la luz se polariza, se supone, debería de producirse una disminución en su reflectividad. El caso es que los investigadores de la Escuela de Ciencias Biológicas de Bristol han encontrado que la piel de las sardinas y del arenque contiene dos tipos de cristal de guanina, cada uno con diferentes propiedades ópticas. Mediante la mezcla de estos dos tipos, la piel del pez no polariza la luz reflejada sino que, además ¡oh, sorpresa!, mantiene su alta reflectividad.

Las sorpresa en tal hallazgo quizás se deba a un exceso de cientifismo positivista, bastante simplista, al pensar que tales animales estaban dotados exclusivamente de un único tipo de cristal. ¿Porqué habría de ser así? «Qui lo sá»

Nicholas Roberts, descubridor de tal peculiaridad sardinera señala:

«Creemos que estas especies de peces han evolucionado a esta particular estructura de múltiples capas para ayudar a ocultarse de sus depredadores, como los delfines o el atún. Estos peces han encontrado una manera de maximizar su reflexión desde todos los ángulos desde los que son vistos. Esto ayuda al pez a camuflarse con el entorno ambiental en mar abierto, haciendo que sea menos probable ser visto».

Mientras tanto, el mundo gira y los tontos miran. Y las quebradas voces de las alturas repican con inusitada parsimonia: «Aroha, deja de dar por c**o y métete ya en la cama ¡coj***s!».

Ahora si que sí.

 

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Preguntas a JPN

  Ya saben ustedes que de cuando en cuando nos da la ventolera e intentamos dar nuestra opinión sobre ciertas cuestiones que, por falta de tiempo físico, no somos capaces de atender. Hoy es otra de esas ocasiones.

Desde hoy 22 de octubre de 2012 a las 20:00, hasta las 8:00 (hora peninsular) de mañana 23 de octubre de 2012 podeis colgar las preguntas que querais hacerle a JPN – una por persona, gracias – en los comentarios. Dado que el número de espectadores es creciente, intentaré responder todas las que pueda, por lo que ruego disculpen de antemano, aquellas que pudieran quedar en el tintero.

Ya saben desde hoy 22 de octubre de 2012 a las 20:00, hasta las 8:00 (hora peninsular) de mañana 23 de octubre de 2012 podeis colgar las preguntas.

 

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El Hombre Unidimensional

 Por las cosas del fu y del fa, hoy me gustaría colgar un artículo que fuera escrito allá por el 6 de febrero del año 2010, modificado a posteriori a principios de año, y que trata sobre un libro. Un libro, en mi opinión, admonitorio como hay pocos.  Esto lo hago por las desesperadas críticas y opiniones que desde hace algún tiempo vengo recibiendo. No se si estas cuestiones tienen que ver con que algunos esperan que se les diga lo que tienen que hacer o porque tengan vocación para el dictado. Sea como fuere, y creyendo que es más de lo primero que de lo segundo (niguna de ellas buena) voy a hablarles de ese libro.

El Hombre Unidimensional de Herbert Marcuse, filósofo alemán, es una obra publicada en 1964, aunque las cuestiones que trata nos parezcan tremendamente actuales. Siniestramente actuales.

Por aquello de ser denso y plomizo, decir que el autor enmarca tal ensayo dentro de lo que se ha dado en denominar como la Teoría Crítica – que es como se conoce el conjunto de ideas de pensadores de diferentes disciplinas asociados a la Escuela de Frankfurt, tales como: Habermas, Adorno, Walter Benjamin, Negt o Schweppenhäuser, entre otros – una corriente vinculada con cierto tipo de compromiso social emancipador de las estructuras establecidas en, por y para la sociedad moderna.

Este libro, en su conjunto, se presenta como un análisis – o una síntesis si se prefiere – del mundo occidental que, según el autor, escondería  rasgos característicos del totalitarismo bajo una eufémica apariencia democrática. Eso de lo que parece ser que nos hemos dado cuenta ahora y que algunos venimos contando de largo, pues eso se lo debemos – en última estancia, que Aristóteles también lo decía – a Marcuse.

Esta obra, que invito a adquirir, nos ofrece una crítica bastante ácida de dos formas represoras en la época de la guerra fría – época en la que fue escrito el libro, recordemos 1964 – que no son otras que el capitalismo occidental y el modelo comunista del bloque soviético.

Herbert Marcuse argumenta de una forma magistral, y bastante elocuente, que una sociedad industrial avanzada (como pueda ser en la que vivimos actualmente) crea una serie de falsas necesidades, las cuales estarían destinadas a servir al perverso fin de introducir al individuo pseudopensante, de esos que abundan a patadas (cerca de un 64% de la población, acepteló) en el existente sistema de producción y consumo, focalizado a través de los medios de comunicación masiva (prensa, radio, televisión…), la publicidad (que sería más conveniente llamarla «publiacidez»), propaganda diversa y el propio sistema industrial que mediante este tipo de política de producción y consumo se retroalimentaría.

Pero peor que esto es la nefasta – y más tenebrosa – consecuencia del hecho, producto de este sistema que daría lugar, según el autor, a un universo unidimensional, poblado por sujetos definidos como con «encefalograma plano», donde no existiría la posibilidad de crítica social u oposición a lo que el propio sistema estableciera. Afianzándose así una casi perfecta forma de control. Ejemplo ilustrativo de ello es la chorrada que ha sido el 15-M y que se ha quedado en agua de borraja, entre otras cosas por exigir que todo cambiase para que todo siguiera igual. Ante tal desproposito, omitase el cambio y con él, el 15-M.

A través del análisis que Marcuse realiza sobre la «Lógica del Dominio» nos dice que, la modernidad supondría que el consumismo contribuiría a una mercantilización de la cultura, por no llamarlo prostitución que es lo que es, y a una tecnificación cosificadora de la conciencia. Este tipo de control funcionaría, de esta forma, como una articulado de asimilación, presión y seducción – por parte del sistema y de la propia masa adocenada, algo parecido a aquello que diría Sartre de que «el infierno son los demás» – donde el papel de la comunicación industrial seguiría siendo ineludible. El caso concreto donde se evidencia este control, es en el auge del individualismo, que se muestra como autosuficiente y desmesuradamente prepotente. Citando a Marcuse vemos lo siguiente:

«El individuo unidimensional se caracteriza por su delirio, persecutiva  su paranoia interiorizada por medio de los sistemas de comunicación masivos. Es indiscutible hasta la misma noción de alienación porque este hombre unidimensional carece de una dimensión capaz de exigir y de gozar cualquier progreso de su espíritu. Para él, la autonomía y la espontaneidad no tienen sentido en su mundo prefabricado de prejuicios y de opiniones preconcebidas».

Si usted lo quiere entender: «Se busca lo que no se tiene».

Marcuse presenta nuestra sociedad industrializa como una sociedad cerrada. Un universo dónde no caben alternativas de vida, donde los intereses en oposición han sido anulados. La razón técnico-instrumental es causa y esencia de este control de las fuerzas sociales, dado que el aparato tecnológico se muestra capaz de conseguir los logros del progreso. Convirtiendo las formas de vida que promueve en nuevas formas de adoctrinamiento. Critica también la democracia electoralista, en la que ya hay un juego dado, con presupuestos intocables (defensa, inyecciones monetarias a la banca), en donde sólo hay una apariencia de libertad.  Argumentando también, que el sistema social establecido produce bienes que  redundarán en un nuevo conformismo que se convertirá en una forma de conducta de la sociedad.

La conciencia de los individuos de la sociedad del bienestar es feliz (la felicidad del tonto que cree que todo está bien) y le agrada ver que el Estado satisface sus necesidades. Vive en un conformismo sin parangón, sin ningún tipo de remordimientos. Hay guerras en la periferia, donde se mata y se tortura, pero da igual porque en la metrópoli, queridos amigos, todo es felicidad.

Las sociedades opulentas absorben toda contradicción. Marcuse se fija especialmente en esa perversión del lenguaje den que tanto hemos hablado en MD, un lenguaje basado en clichés («libre empresa», «construcción socialista», «daño colateral», etc.), estereotipado y funcionalista, que impide pensar las cosa:

«El lenguaje es despojado de las mediaciones que forman las etapas del proceso de conocimiento y de evaluación cognoscitiva. Los conceptos que encierran los hechos y por tanto los trascienden están perdiendo su auténtica representación lingüística. Sin estas mediaciones, el lenguaje tiende a expresar y auspiciar la inmediata identificación entre razón y hecho, verdad y verdad establecida, esencia y existencia, la cosa y su función».

Así sucede en las formas actuales de neoliberalismo y neoconservadurismo. ¡Eo, el neocon!

El hombre unidimensional está considerado por muchospensadores como el libro más subversivo del siglo XX, y yo añado que también del siglo XXI (por lo menos de lo que llevamos de él), ya que los paralelismos que plantea no sólo nos son cercanos sino que además son terroríficamente actuales.

El autor de este gran libro también analiza la integración de la clase trabajadora en la sociedad capitalista y las nuevas formas de estabilización. Todo esto, cuestionando – no sin motivo y haciendo gala de un perfecto ejercicio de criterio – los postulados marxistas del proletariado revolucionario, que no revolucionado,  y la inevitabilidad de la crisis capitalista. Esta que padecemos y de la que parece que el que esto escribe tuviera que ponerle fin. ¡Cómo si pudiera!

La conclusión que podemos extraer de la obra de  Marcuse, sin ser en absoluto  pretenciosos, es que el sujeto revolucionario no puede estar constituido por:

A) El subproletariado urbano (15-M), cosa que desembocaría en aquello de que «no existe mayor tirano que un esclavo con un látigo».

B) Ni por los intelectuales (San Pedro verbigracia) cuyos pensamientos, hipótesis y bagatelas carecen de la experiencia previa, lo que nos llevaría a la sentencia latina: «Nescentia Necat». La ignorancia mata. Y ese es el problema. La Ignoracia. Pero no teman que la ignorancia se cura leyendo.

La solución que propone Marcuse pasaría por el Doble Distanciamiento.

Debido a que tanto la alta cultura como la baja están sometidas a las normas y los dictados del mercado, Marcuse propone un doble distanciamiento, como única vía para llegar a una cultura, cuando menos, emancipadora.

Éste Doble Distanciamiento tendría una vertiente espacial o exterior y una vertiente subjetiva interior. Este proceso recibiría el nombre de «introyección», y supondría el hecho de buscar en uno mismo el verdadero significado de la cultura, como la esencia libertadora del individuo que haría despertar y organizar el sentimiento de solidaridad  en tanto que este sentimiento es, o sería, una necesidad netamente biológica – cosa que no comparto del todo – para mantener unidos a los individuos contra la brutalidad y la explotación humanas. Cosa ésta que el individualismo no sólo evita, sino que anula. Tal ignominia sólo puede evitarse por medio de una educación de la conciencia para llegar a observar y sentir el crimen contra la humanidad que representa la sociedad unidimensional. La nuestra. Suya y mía.

En respuesta a esas cuitas que piden a gritos soluciones – cuando en realidad está muy claro lo que se debe de hacer – recomendar la adquisición y lectura de este libro que sorprenderá a más de uno, tanto por su simpleza expresiva como por su contenido. Revelándole quizás lo que tanto tiempo se ha empeñado en eludir: La propia responsabilidad.

 

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Tóxicos intramuros.

He leído bastantes comentarios que invitan, por no decir exhortan, a que se traten temas «útiles» para el día a día. Dado que la situación de cada uno es la de cada cual y que las necesidades de los individuos difieren de unos a otros he pensado que quizás esos temas útiles sean los que tengan que ver con las necesidades básicas del ser humano, por ejemplo su salud. Y aunque no soy persona de hacer este tipo de cosas, creo que por esta vez podría comentarles algo acerca de unos hechos que, en lo tocante a nuestra salud, pudieran resultar «útiles».

En alguna ocasión he hablado sobre este tema, en este y otros medios. Parace ser que alguien ha tomado conciencia del asunto (y no precisamente por escucharme a mí) y está obrando en consecuencia. Aunque ya se sabe que las cosas de palacio, cuando van, van despacio.

No hace falta haber estudiado en Salamanca para saber que los armarios de productos de la limpieza de las casas son  un arsenal químico en potencia. Sin apenas darnos cuenta, el lugar donde se pasamos más tiempo, está lleno de sustancias que no han sido pertinentemente evaluadas. Cosa que denuncia la campaña Hogar sin tóxicos de la Fundación Vivo Sano, a la que también se ha adherido, cómo no, Greenpeace.

Un rápido vistazo a las etiquetas hace fijarse sobre el intríngulis de algunos casos. Ejemplo de ello, caso que he podido comprobar acercándome a una gran superficie, es el hecho que denuncia Carlos de Prada, director de la citada campaña, en el que varios ambientadores de diversas marcas  indican en su etiqueta que deben ser usados en lugares bien ventilados. El señor De Prada se pregunta, y yo con él: “Entonces, ¿para qué hace falta un ambientador?”

Por mi parte considero (y también añado) que un cubículo de hormigón de 60 metros cuadrados  departamentado en subsecciones más pequeñas – de entre cuatro y siete – no es el mejor ejemplo de espacio bien ventilado. Menos si una de esas secciones es el cuarto de baño, para el que existe una amplia gama de este tipo de productos.

La lista de compuestos potencialmente tóxicos es amplia. Tanto que no la reproduciré, pero que pueden buscar si es que les interesa.

Algunos de estos productos, cuyos efectos ya han sido probados,  como ftalatos o bisfenol – compuestos sintéticos que se usan como cubierta de superficies, desde suelos a latas, o para fabricar plásticos y chupetes – poco a poco, se van prohibiendo. Pero una inmensa  mayoría están todavía sin investigar, siquiera de soslayo.

La fundación destaca particularmente los “retardantes de llama, compuestos perfluorados, alquilfenoles, bisfenol A, metales pesados o compuestos orgánicos volátiles”. Y pueden estar en casi cualquier sitio: “productos de aseo personal, cosméticos, limpieza, alimentos, muebles o menaje”. Es por ello que Alfredo Suárez, director de la Fundación Vive Sano, declara que lo primero es divulgar y concienciar sobre su presencia, y, a la vez, hacer campañas para su regulación para modificarla ya que muchas veces se usan “al amparo  del secreto comercial que permite a la industria un etiquetado sin demasiados detalles”. Es decir, la misma historia de siempre repetida una vez más. Una empresa puede omitir ciertos ingredientes de la composición de un producto y por ende sus efectos.

Detrás de este posible problema para la salud pública está la historia de cómo se ha desarrolado la industria. Sara del Río, de Greenpeace, nos hace recordar que el programa de control, revisión y sustitución de productos químicos potencialmente peligrosos de la UE (REACH,  en inglés) tiene más de 140.000 sustancias registradas. De las cuales, aduce De Prada, hasta 2010, solo se habían evaluado 141. Cosa que hace que el margen para la sospecha sea ciertamente amplio.

Por su parte, el investigador del CSIC Jesús del Mazo, experto en formación de gametos, hizo hincapié en que se trata de productos que pueden actuar solos o separados, a distintas dosis y en distintas fases del desarrollo. Siendo que, en sus propias palabras: “Muchos lo hacen en las primeras fases de la gestación, y pueden manifestarse “generaciones después”.

Ante la ingente tarea que sería estudiar todo lo que está sin verificar, Del Mazo opina que hay que “establecer prioridades”.  Resaltando el hecho de que algunos de los productos enumerados son disruptores hormonales.

Casi nada.

Suárez indica que, pese al avance en los últimos años en calidad y esperanza de vida, se dan casos (cáncer de testículos en hombres jóvenes, adelanto de los cánceres de mama en mujeres, asma y otras enfermedades crónicas en niños) que parecen relacionados con la existencia de estos contaminantes. Recalcando que una posible causa de la bajada espermática anual (que ronda el 1% de media) bien pudiera deberse a esta causa.

El científico señala que hay una conexión clara entre medio ambiente y enfermedades, algo que cada vez está más en evidencia por los avances de la epigenética (los condicionantes que hacen que se expresen unos genes u otros). El problema es que “es imposible eliminarlos si no hay una alternativa inmediata”.

Mientras tanto, la fundación ofrece alternativas a casi todo, ya que, si se mira bien, en casi todo (ropa, alfombras, muebles, alimentos, menaje). Y, si no, siempre se puede regular el uso. ¿A caso es necesario que usted tenga el suelo de su casa a un nivel aseptico similar al de un quirófano? Evidentemente no.