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Libertad de Expresión (de una vez por todas)
Como dirían en mi pueblo: «Todos los refranes obran», y ya deberían de conocer que «el hombre que es puñetero, es el que es refranero». Por eso que escriba cosas como «con pólvora de rey» o «de tanto que va el cántaro…»
A simple vista, y para aquellos dotados de la complejidad que suelen tener las asas de los cubos, pudiera parecer que esta entradilla no tiene que ver con el artículo. Con asombro se descubrirá que sí. Aunque ya pronostico que lo haran tarde. Sobre todo por que «sólos se juntan» y que por necesidad ha de haber «una lechuga entre dos coles».
La libertad de expresión, y no por que me apetezca, puede definirse como: «Aquella idea que siendo noble y ateniéndose a los condicionantes de la libertad, es esgrimida por palurdos maleducados a fin de hacer su capa un sayo, intentando imponer un criterio parcial, fruto del prejuicio, sobre otro que es verdadero o difamar a un individuo concreto». Y van a ver por qué.
De la libertad de expresión, o más correctamente del derecho a ella, puede decirse que es libertad de pensamiento y difusión de ideas, entendiéndose que el disenso entre tales ideas es propiciatorio del avance de las artes y las ciencias. Por ejemplo, si yo preguntase a 100 personas qué es un río, cada una me daría su visión particular. La visión holística del conjunto de respuestas, nos acerca a la realidad que el río es, y aunque existan respuestas no concordantes, no tienen por que ser contrarias, sino más bien complementarias. De ahí que si alguien dice que el río es una corriente de agua que va a dar al mar, no exista conflicto al decir que cursa sobre una escorrentía o que pueda formar parte de un ecosistema. Puntos de vista diferentes, cada uno con su carga de razón, que son complementarios.
Antes de continuar habría que ver qué demonios significa libertad, sólo para estar seguros de lo que hablamos. Remitiéndonos al compendio de la lengua que es la Real Academia Española – esa que repugna a cierta casta de «pelabaudios»1 – veremos que la libertad, dentro de contexto, no es sino:
«La facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no
obrar, por lo que es responsable de sus actos».

Sabido esto, podrían enumerarse algunas cuestiones con respecto de la libertad, de la expresión, del derecho a la misma y de sus consecuencias. De como no deben confundirse libertad y libertinaje o, caso peor, libertad con omnipotencia. Cosa que algunos viles cobardes acostumbran a hacer gracias al anonimato que la pantalla confiere.
Sin ir más lejos, de la libertad de expresión según la entendieran Molliere, Pach, Rosseau o Voltaire, dimana directamente la libertad de prensa.
Una prensa que si bien puede exponer ideas, no ha de ser tendenciosa. En caso que lo sea, tampoco es cuestión de crucificar a quienes así lo hacen, ya que no son otra cosa que reflejo de la sociedad que demanda tales informaciones y que al tiempo desarrolla y normaliza tal ignominia y claro está: «De aquellos polvos, estos lodos».
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión.
Tal derecho comprende, en principio, la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole. Siendo que tal ejercicio no puede estar sujeto a previa censura, sino a responsabilidades ulteriores (más nocivas, añado), las que deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar el respeto a los derechos, libertades y/o la reputación de los demás, así como la protección de la seguridad nacional, el orden público, la salud o la moral. Y aunque de esto se pueda debatir largo y tendido, de momento nos sobra y basta.
Teniendo esto en cuenta, decir que no se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares, del papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones.
Así la cosa, queda implícita, por su naturaleza, la prohibición de toda propaganda en favor de la guerra/violencia (algo que en una etapa anterior de Mundo Desconocido, muchos anhelaban, no seremos nosotros quien lo haga), y toda apología del odio nacional, sexual, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas. Ya que esa pretendida libertad de expresión, en la que el memo se ampara, iría en contra de los derechos y libertades de los individuos.
Si lo prefieren: Actuar más allá de dicho ámbito, es no actuar dentro de dicho derecho, sino fuera de él. Quien así actúa viola no sólo el derecho a la libertad de expresión, sino el de respeto de la honra y al reconocimiento de la dignidad de quien se expresa. Y es que «vale más el callar y parecer tonto, que el hablar y confirmarlo.»
Asimismo, nadie debe ser objeto de injerencias arbitrarias ni abusivas en su vida privada, en la de su familia, su domicilio o correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o reputación. Aunque en la red, parece ser un deporte «nazi-onal»2. Y ya se conocen casos de agresiones físicas y amenazas por correo. Unos actos peripatéticos de los que muy probablemente jamás conocieran a su padre3.
Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra dichos ataques, pues quien los acomete no sólo es delincuente, sino tambien malechor. Lo cual nos lleva al derecho de respuesta, réplica y rectificación. Que es tan molesto para aquellos de quienes hablo, que automáticamente lo tildan de censura. Y no sólo porque «crea el ladrón que todos son de su condición» (que también), sino más bien por el «dime de qué presumes y te diré de que careces…»
Este derecho, el de replica, se fundamenta en que toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general tiene derecho a efectuar por el mismo órgano de difusión su rectificación o respuesta en las condiciones que establezca la ley.
Para la efectiva protección de la honra y la reputación, toda publicación o empresa periodística, cinematográfica, de radio o televisión tendrá una persona responsable que no esté protegida por inmunidades ni disponga de fuero especial, que se encargará de velar por el correcto uso de este derecho. Sin traspasarlo ni ser víctima de su mal empleo.
Hasta aquí la primera parte sobre la libertad de expresión. Por aquello de hablar con propiedad, en la próxima entrega les hablaré del disenso, la crítica y la censura.
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1.- El baudio es la unidad de la velocidad de transmisión de señales, equivalente a un bit por segundo. De ahí que a las personas sin vida social que se dedican a pagar su frustración con quien encuentran en sus derivas virtuales, les llame «pelabaudios».
2.- Por aquello de la «aldea global»: nacional.
3.- Me refiero a lo que en psicología se conoce como la ausencia de referente paterno. Que no vaya a ser que alguno lo descontextualice.
