En este nuevo artículo no voy a hablarles de caníbales urbanos, ni de los posibles efectos de las tormentas solares, ni tampoco del regimen nazi que algunos se empeñan en imponer con medidas políticas propias de los habitantes de manicomino, no. En este nuevo artículo quiero hablarles de otro de esos asuntos científicos que considero de relevancia.
Como en ocasiones anteriores mi fin no es otro que el de acercar al lector la dimensión de asuntos que por lo general se trantan a la ligera, sobretodo por ignorancia.
Ha sido equipo de investigadores dirigidos por José María Delgado, de la Universidad Pablo Olavide (Sevilla), quienes han conseguido la proeza de: «Interrumpir temporalmente la recuperación de recuerdos de ambos tipos de la memoria a corto plazo mediante la estimulación cerebral».
Para que se entienda, lo que se ha conseguido es el borrado de memoria. Eso sí, en ratones.
Los resultados han sido presentados en el Congreso Neurociencia bianual de la FENS (Barcelona)
Si bien es cierto que la neurociencia, y otras disciplinas anejas, se han esforzado en desentrañar el proceso de formación de los recuerdos, ahora, los científicos están aprendiendo cómo alterar la memoria.
Usted que es inteligente (o debería serlo, por aquello del raciocinio), entenderá que las implicaciones que este nuevo descubrimiento trae no sólo provocarán la desaparición del psiconálisis, en su acepción más genérica.
De hecho, según el planteamiento psicoanalítico, los recuerdos son más susceptibles de ser olvidados cuando se traen a la memoria. Tal como acontece con eventos traumáticos que siendo guardados en el cajón de sastre que es el inconsciente, permanecen allí hasta que se habla de ellos, se ven tal cual son, se entienden, se les asigna un valor determinado y si llega el caso se desechan olvidan y desaparecen.
El equipo de Delgado pretende algo similar solo que por una vía diferente. Cosa que no considero adversa per se.

La memoria interrumpida de los roedores a sido la denominada como «a corto plazo»- la que, por ejemplo, le permite memorizar una secuencia numérica antes de apuntarla – mediante una corriente eléctrica.
El almacenamiento de recuerdos tiene lugar en dos lugares en nuestro cerebro: la corteza prefrontal, en la superficie del cerebro, y el hipocampo, situado en el interior. En el primer lugar, tenemos los circuitos de la memoria a corto plazo, mientras que en el segundo, almacenamos los recuerdos permanentes, como las cosas que aprendemos con la experiencia o los sucesos que han ocurrido a lo largo de nuestra vida.

Actuando sobre una zona del hipocampo denominada «giro dentado» se inhiben de forma permanente los recuerdos, como ha probado Delgado en experimentos con animales. De hecho, algunos laboratorios buscan ya fármacos para lograr este propósito.
Tal como dije, presupongo su inteligencia, por lo que dejaré – por aquello de no dar ideas – que esta vuele hasta rozar el delirio, porque bien dicen el refrán que: «Piensa mal y acertarás».