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Fenómenos sobrenaturales y fenómenos paralelos (II)

El artículo de hoy es la continuación de su homónimo anterior. Mi idea era escribir sólo dos de estos artículos, pero dado que son necesarias ciertas explicaciones al respecto de ciertos asuntos, parece que habrá un tercero.

En este artículo me centraré en los fenómenos sobrenaturales de carácter místico. Para hablar de ellos es conveniente recordar que es el misticismo y desvincularlo, por supuesto, de la mistificación.

Misticismo es la unión del individuo con la faceta ulterior de la realidad, mientras que la mistificación – como ya debería saber – es el enjuiciamiento equivocado de un estado de cosas, a causa de errores de percepción o de memoria, ideales a los que se aspira y sesgos cognitivos – que son propios del dogma – tales como el prejuicio.

 

Es por ello que si bien cada individuo podría llegar a alcanzar una experiencia mística por conectar con la faceta última de la realidad (no tiene porque ser necesariamente una deidad: Inteligencias transmundanas, partículas y subpartículas, objetos interesteleares, etc), los mistificadores vienen a ser todos aquellos cuya percepción de la realidad está deformada, de modo y manera que sin haber alcanzado la experiencia tal, creen haberlo hecho o simplemente se lo inventan.

Dicho lo cual, los fenómenos sobrenaturales de carácter místico pueden agruparse en tres grupos:

1.- Éxtasis. Estado de plenitud máxima,  asociado a una extrema lucidez que dura unos momentos. Tras la vuelta a la cotidianidad despues de la experiencia, el individuo tiende a transformarse por el evento previo, pudiéndose sentir aún algún grado constante de satisfacción, por lo que es una experiencia de unidad de los sentidos, en la que pensar, sentir, entender y obrar están armónicamente integrados. El estado de éxtasis implica, como no, una desconexión con la realidad objetiva para conectarse con una realidad puramente mental dirigida hacia sí mismo (quede esto claro). La persona que experimenta el éxtasis a menudo desconecta sus sentidos hacia el exterior y los enfoca hacia el interior. San Juan de la Cruz, por citar un autor, denominaría simbólicamente a esta experiencia como «la noche oscura del espíritu», entendiéndose por ello una elevación suprema del individuo.

   El símbolo de Rolls Royce es la Dama del Espíritu del Éxtasis.

2.- Visiones. Aplicadas al contexto que se viene tratando (el de los fenómenos sobrenaturales de carácter místico), las visiones vienen a ser las imágenes que, de manera sobrenatural, llevan a la iluminación intelectual infusa. Dicho de otro modo, las visiones son la contemplanción inmediata de diversas facetas de la realidad que redundan en el contexto en el cual se desarrolla el individuo. A este punto la clarividencia, la precognición, sueños premonitorios, las alucinaciones visiuales (fenómenos paralelos) y las visiones beatíficas y demoníacas (pretendidas visiones y fenómenos sobrenaturales) entran dentro de esta categoría. Por lo general, tanto las visiones beatíficas como demoníacas, hoy día no tienen ningún tipo de valor o sentido dentro del doctrinario específico de una religión concreta pues hay quienes aducen tener visiones en una cultura, que se contradicen con las visiones de otra y ambas con la realidad. La visualización de deidades dentro del  contexto religioso actual, distan mucho de las visiones que en tiempos se tenían , donde el individuo no sólo podía interactuar con dichas entidades sino que además existía prueba innegable del contacto. Los profetas bíblicos que eran trasladados a puntos distantes de la geografía o los reyes sumerios o egipcios (entre otros) que tras la visión recibía objetos decisivos para la ejecución de la voluntad de las divinidades que aparecían en la visión son ejemplo de ello. Luego vino el razocinio espiritual1  que pervirtió este asunto.

En cuanto a las alucinaciones, decir que son una  pseudo-percepción de la realidad dada la ausencia de un estímulo externo. En ese sentido son distintas de las ilusiónes, que es una percepción distorsionada de un estímulo externo efectivamente existente (por ejemplo la pareidolia, muy vinculada a las hierofanías tales como cristos en la plancha o vírgenes en las tostadas). Las alucinaciones pueden ocurrir en cualquier modalidad sensorial – visual, auditiva, olfativa, gustativa, táctil, proprioceptiva, equilibrioceptiva, nociceptiva, termoceptiva o varias de ellas mezcladas. Aunque técnicamente aparecen mencionadas en pretendidas experiencias místico-religiosas, también aparecen debido al consumo de sustancias estupefacientes, y en pacientes aquejados de ciertos tipos dede cáncer y también en los que padecen de trastornos del sueño.

  Ejemplo de Ilusión.

 

Por útlimo, cuando el individuo se arroba y entra en un trance que le lleva al éxtasis es posible que pueda visualizar conceptos y facetas de la realidad que validarían la experiencia mística de poder comprobarse. Predecir el futuro con exactitud y antelación en lugar de a la buena de dios, nos posicionaría, como mínimo, ante un suceso paranormal que pudiera llegar a ser sobrenatural a falta de explicación.

3.- Revelaciones. Son manifestaciones de una verdad secreta u oculta. Si se quiere, de una verdad hasta ahora desconocida o no contemplada. El acercamiento del individuo a diversas facetas de la realidad, irremediablemente desembocará en revelaciones, como también lo hará la interactuación con entidades metahumanas de diverso caracter, al margen de la religión.

Para que quede claro, la revelación es ese la iluminación intelectual infusa a la que conducen las visualizaciones que se desarrollan al tener experiencias místicas. Si esto no se produce, no hay experiencia mística.

1.- El espíritu, aplicado al hombre, es el alma racional.

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Fenómenos sobrenaturales y fenómenos paralelos.

Debido a una serie de correos recibidos, creo conveniente explicar la diferencia entre la fenomenología de carácter sobrenatural y la de carácter paralelo, sobre todo aquella que está vinculada con el misticismo. Dada la extensión del mismo lo dividiré en dos partes, antes que venga alguno a quejarse de que tiene que leer durante un par de minutos.

La primera, más benigna, es la que está vinculada con la fenomenología sobrenatural vinculada a los santos. La segunda, más terrorífica está ligada a la demonomagia y demonolatría.

Dicho esto,  considero, que la fenomenoligía sobrenatural está vinculada al misticismo (entendiéndose por tal la unión o cercanía del hombre con la faceta ulterior de la realidad). Huelga decir que igual que existe el misticismo también existe el pseudomisticismo, el cual queda englobado dentro de los casos de histeria y/o paranoia de la que ciertos individuos adolecen. Dicho de otro modo, creen que alcanzan un estado místico cuando en realidad no es así.

La diferencia de los fenómenos sobrenaturales con respecto de los fenómenos paralelos es que en los últimos, aunque curiosos (excepciones que confirman la regla), no existe el elemento místico que los relaciona con la faceta ulterior de la realidad y pueden ser perfectamente explicados. Otro nombre que reciben los fenómenos paralelos es el de paranormales.

Así las cosas, puede decirse que existen dos tipos de fenómenos sobrenaturales básicos, aunque por el momento sólo hablaré de un tipo de ellos.

1.- Los fenómenos corporales de caracter milagroso, aquellos que Henri Bon llamáse prodigios biológicos, pueden dividirse a su vez den tres subgrupos:

a) Inedia. Aplicada al contexto sobrenatural es la falta de alimentación durante periodos prolongados de tiempo. Casos destacados al respecto son el de Luise Lateau, que estuvo catorce años sin probar bocado y el de Therese Neumann Konersreuth, que hizo lo propio durante más de treinta. Ambos casos siguieron un estricto control médico y científico. Pese a la busqueda de una explicación – en base a la más que razonable credulidad materialista – y a sostenerse una serie de hipótesis (suposiciones); por ejemplo alimentación a través de la piel y la respiración (lo más lógico), influjo de ondas electromagnéticas del Sol o la existencia de fuerzas cósmicas de vibración (que diría Buchinger) el hecho es genuino y auténtico, pues parece ser que los «santos» – entiéndase – llegan a un punto en el que no les es necesario el sustento que de común se provee el hombre. Cosa estas que no llama sino a la precaución, pues no por dejar de comer uno se hace santo aunque siendo santo uno deje de comer. La inedia, mal entendida, causa malnutrición y posteriormente la muerte por inanición en el individuo ya que no es una postura que se pueda adoptar, sino más bien es el efecto de una causa pretérita. Del mismo modo que no todos los ciegos pueden recuperar la visión, no todas las personas están llamadas a ser santos. Por mucho que le recuerden lo especial que es usted, lo más probable es que acabe teniendo un problema. Precaución.

   

Prahlad Jani, referente de inedia.

 

b) Las heridas sangrientas. Que pueden ser fenómenos paralelos (raros aunque explicables) o sobrenaturales. Estos casos aparecen bajo las siguientes formas: Lágrimas y sudor de sangre, sangría fresca en un cadaver después de un periodo tras la muerte y el sangrado de objetos. Como es natural la ciencia intenta explicar estos fenómenos y por lo general suele hacerlo, por ejemplo el sangrado de la sagrada forma que suele ser producido por un pequeño bacilo (Bacillus Prodigiosus) que produce una  coloración roja similar a la sangre cuando se encuentra al abrigo de la luz y a una temperatura de 15 a 20 grados (por ejemplo la que se alcanza dentro del fresco y seco sagrario). Se desarrolla, a veces, sobre el pan, la leche y las patatas expuestos al aire y da la impresión de ser sangre. Imagine si un neurótico – tal como expone Max Scheler – en su absolutización de lo relativo  eleva a la catégoría de fetiche una forma contaminada de estos bacilos que provocan conjuntivitis, queratitis e infecciones en heridas, riñones y vías urinarias, así como infecciones respiratorias, meningitis y endocarditis. Afectando particularmente a pacientes débiles, hospitalizados y a los que tienen la inmunidad disminuida por enfermedades sistémicas o tratamientos médicos inmunosupresores, que suelen ser el tipo de pacientes que van en romería a contemplar esta suerte de pseudomilagros.

Placa de Petri con una colonia de  Bacillus Prodigiosus

 

c) Estigmas. A lo largo de la historia se han documentado muchos casos de personas que – sin causa aparente – los padecieron , es decir, sufrieron heridas que por estimación eran semejantes a las que habría sufrido Jesús  durante su pasión. Ejemplos de ello son San Francisco de Asís, la beata María de Oignies (beguina ella), Santa Catalina de Siena, Therese Neumann, Santa Gema Galgani o Pío de Pietrelcina.

Las estigmatizaciones son  heridas de las que las ciencias médicas no logran la curación  de los  mediante tratamiento alguno (ergo hay control científico y médico), que no emiten olores fétidos sino aromas exquisitos, pese a ser heridas abiertas expuestas a infección y de larga trayectoria. Que no supuran ni necrosan la carne ni desangran al paciente.

En mi opinión creo que tiene más que ver con la mente del individuo que con la interacción de un ser preternatural, pues en otras cultaras, la estigmatización también se da aunque de forma diferente. Es decir, no imitan el patrón de las pretendidas heridas de Jesús.

    Therese Neumann estigmatizada.

Por último, dentro de los fenómenos sobrenaturales de tipo corporal se engloban también el fenómeno de la levitación y el de la bilocación, en los que el individuo puede vencer las leyes de la naturaleza – que es lo que es un milagro – y alzarse sobre una superficie ignorando la gravedad o estar y ser visto en el mismo lapso temporal en dos lugares a la vez.

 

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El hombre que iluminó el mundo.

Tras unos cuantos días ausente, dedicado a la investigación de diversos temas,  quiero llamar su atención sobre un hecho que considero bastante llamativo y con unas implicaciones más que evidentes. Hoy voy a comentarles algo acerca de

Nikola Tesla, científico serbio nacido en Smiljian, promotor y padre la electricidad comercial. Es conocido (pese a que algunos digan que no, por no saberlo ellos, baste decir que que la unidad que mide la densidad del flujo e inducción magnética del Sistema Internacional de Unidades es el Tesla, pero ese es un conocimiento no muy de andar por casa, claro) por sus numerosas y revolucionarias invenciones en el campo del electromagnetismo.

El efecto de transmisión inalámbrica de energía a receptores electrónicos (demostrado por el científico en 1893), sus contribuciones a la robótica, el control remto, el radar, las ciencias de la computación, la balística, la física nuclear y la física teórica son de sobra conocidos.

La fama de Tesla rivalizaba con la de cualquier inventor o científico en la historia, pero debido a su excéntricidad y a sus afirmaciones aparentemente increíbles sobre el posible desarrollo de innovaciones científicas y tecnológicas, fue relegado al ostracismo y considerado un científico loco. Muchas de sus teorías, esgrimidas por gente falta del escrupulo mínimo y necesario han servido para justificar delirios relacionados con temas ocultistas producto de la mente de estos sujetos y no del estudio de los mismos. De hecho, el monstruo que es la Nueva Era, envilece a tan insigne sabio cada vez que lo menta.

Puede decirse, sin género de duda alguna, que Nikola Tesla ha sido una de las figuras más decisivas para el progreso científico y tecnológico de la humanidad en toda la historia conocida y parte de la prehistoria que podría haber llegado a más de no ser porque Thomas Alva Edison cospiró en su contra. Tesla,  autodidacta  como era, multidisciplinar, fue uno de los fundadores de la industria eléctrica, el padre de la corriente alterna (ganando en justa lid, y por la mano, a Edison) así como el inventor de la radio (como dictaminó en 1970 el Tribunal Supremo USA frente a la controversia suscitada por los herederos de Marconi, que sólo fue un pechero de Edison). Nos legó los altavoces, las luces de neón, los mandos a distancia o los alternadores.

Por aquello de que no hay mal que cien años dure («ni cuerpo que lo resista», que diría Mario Moreno) un grupo de personas decididas a reivindicar su figura y su obra ha conseguido una hazaña del calibre de las que Tesla solía ejecutar, recaudando 800.000 dólares en menos de una semana (ya han superado el millón).

Si lo desea, usted puede sumarse y contribuir aquí, página que me hace gracia por su simpático lema, que reza:Vamos a construir un maldito museo para Tesla

La idea es adquirir Wardenclyffe Tower, en Nueva York, donde en tiempos estuvo situado hasta 1917 el laboratorio de Tesla, y que actualmente se encuentra a la venta por 1,6 millones de dólares con el propósito de convertir el recinto en un monumento histórico visitable y que permita conservar y transmitir el legado de Tesla, que no fue poco.

Parece que es más productivo «mover el hongo» que decir a los demás lo que tienen que hacer – como desde hace algún tiempo se viene demostrando – y parece, también, que aquel hombre que iluminó el mundo, ahora, brillará con luz propia.

Si les interesa la figura de Tesla les propongo escuchen el siguiente audio.

 

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Psicosis

Siguiendo con la serie de artículos de patologías mentales que me he propuesto escribir, quiero hablarle sobre un trastorno de personalidad sumamente curioso. Como en ocasiones anteriores, no persigo sino informar al lector, grosso modo, sobre las diversas enfermedades mentales que se ocultan detrás de ciertos comportamientos. Hoy voy a tratar el asunto de la psicosis.

Desde un punto de vista netamente psicológico, por  psicosis se entiende, de forma  genérica, el estado mental que se caracteriza por la pérdida de contacto con la realidad.

Stedman definiría la psicosis como un desorden mental severo, con o sin daño orgánico, caracterizado por un trastorno de la personalidad, la pérdida del contacto con la realidad y causando el empeoramiento del funcionamiento social normal.

Evidentemente, esto trae aparejadas una serie de implicaciones que sitúan a la psicosis como una enfermedad mental que presenta un desvío en el juicio de realidad. Que tampoco hay que confundir con insuficiencia de juicio propia de la oligofrenia, del debilitamiento de las demencias, y de la suspensión del juicio de los estados confusionales (delirantes), aunque todas ellas tengan que ver con una distorsión de la percepción de la realidad por parte del individuo. La psicosis no es una deformación, es la perdida total del cualquier punto de referencia con respecto a lo que entendemos por realidad (la puntualidad de estos brotes y su efecto difiere según la afección). Por lo general el sujeto carece de la introspección necesaria acerca de lo extraño de su conducta o sus pensamientos – que cree dentro de la normalidad o inherentes al ser humano – los cuales  terminan por provocar una grave disfunción social.

Como lo lee.

Las personas que  padecen este trastorno son las denominadas psicóticas, que no ha de confundir con los psicópatas ya que actualmente, dicha terminología (psicótico) se emplea con demasiada alegria, incorrectamente, como sinonimia de psicopático.

Los afectados por la psicosis presentan alucinaciones, delirios (siempre que se encuentren en este  estado), evidentes trastornos formales del pensamiento (cambios de las relaciones semánticas y sintácticas, como se puede ver claramente en un montón de «misterios y verdades reveladas», de ahí la importancia de conocer el significado de las palabras que se nos dicen), manifiestando además cambios en su personalidad.

Tales síntomas suelen ir acompañados de un comportamiento inusual o extraño, así como por una dificultad extrema a la hora de interactuar socialmente o de una incapacitación para llevar a cabo actividades cotidianas de lo más ordinario. Una amplia variedad de elementos del sistema nervioso, tanto orgánicos como funcionales, pueden causar una reacción psicótica. Esto ha llevado a la creencia que la psicosis es como la «fiebre» de las enfermedades mentales, un indicador patogénico serio aunque no específico. Dicho de otro modo, la psicosis indica enfermedad mental, pero no indica que tipo. Esto se debe al grado y efecto que la misma produce en el individuo. Por ejemplo, los neurótícos de tipo histérico suelen ser afectados por una psicosis de tipo depresivo.

Valga enumerar una serie de síntomas (los más comunes), que pueden hacer pensar que nos encontramos ante un paciente psicótico:

1.- Cambios bruscos y profundos de la conducta. Ahora te amo, ahora te odio. Sin impasse.
2.- Mutismo. Replegarse sobre sí mismo, sin hablar con nadie.
3.- Creer sin motivos que la gente le observa, habla de él o conspira contra él.
4.- Soliloquio. Hablar a solas creyendo tener un interlocutor, tener visiones o recibir mensajes (alucinaciones visuales y auditivas) sin que existan estímulos externos. Cosa que muy a menudo sucede en el farragoso ámbito en el que nos venimos moviendo (usted y yo).
5.- Períodos de confusión mental o pérdida de la memoria.
6.- Sentimientos de culpabilidad, fracaso, depresión. Pecado.

Cabe destacar, que algunos de estos síntomas también pueden experimentarse en condiciones no psicóticas, por ejemplo el abuso de sustancias, trastornos de personalidad, eventos estresantes (distresantes), situaciones límite, momentos graves de neurosis (por ejemplo ciertas neurosis de tipo histéricas, que no dejan de ser psicosis depresivas) y momentos de conversión (si piensa usted que es conversión religiosa,  básicamente eso es). De hecho, el continuo abuso de sustancias – cuanto más potentes más fácil – o la exposición continuada (voluntaria o no) a situaciones estresantes, sin duda acabará en brote psicótico. Dicho de otro modo: Irás y no volverás.

Por no aburrirle con la extensísima y muy completa disertación sobre la psicosis que aparece en el diccionario enciclopédico de la psique de L. C. Béla Székely, intentaré sintetizar (más o menos, más menos que más) el asunto de la psicosis a modo de conclusión.
Podemos afirmar que la psicósis es una enfermedad que se manifiesta por trastornos de la conciencia, o sea en la alteración de la capacidad del individuo para reflejar exactamente el mundo que le rodea e influir sobre él con un fin determinado,  que como en el resto de las demás enfermedades del hombre es producto la alteración de interacción normal del organismo y el medio ambiente. Cuyas carácterísticas provoca la disrrupción con la realidad y el entorno por parte del individuo generando, consecuentemente, la incapacidad del mismo para la emisión de juicio con respecto de los hechos, así como una serie de pensamientos ilógicos e irracionales que sólo obedecen al distanciamiento de la realidad del sujeto afecto y no a otra cosa.

 

 

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Ansia viva

Como ya les comentase, este nuevo artículo pertenece a una serie de afecciones psicológicas que creo son convenientes saber. Sobre todo por la acepción originaria de la psicología, «estudio del alma». Alma que quizás un día me sienta animado a exponer.

Hoy quiero hablarles de la ansiedad (antes que del psicoticismo o de la psicopatía), estrechamente vinculada – como ya se vio – al neuroticismo.

Ansiedad, del latín anxietas, «angustia o aflicción». Desde una perspectiva netamente psicológica, la ansiedad  es una respuesta emocional (o conjunto de ellas), que aglutina una serie de aspectos subjetivos (sobre todo cognitivos de carácter displacentero) y fisiológicos caracterizados por comportamientos deficientemente adaptativos.

Como mecanismo adaptativo (hablando ahora desde la biología), con intervención del sistema adrenérgico, se fuerza a todo el organismo a invertir una cantidad de  energía de reserva que se verá compensada por la obtención de una fuente energética muy superior a la que se está invirtiendo para conseguirla y que normalizará dichos valores. Aunque lo que de común más se conoce es la intervención del sistema adrenérgico a la hora preservar la integridad física del sujeto objeto, frente a una amenaza.

El sistema dopaminérgico también interviene cuando el organismo considera que va a perder un «bien» preciado. En esta situación, el organismo entra en alerta  ante la «posibilidad» de la existencia de una amenaza, que no es lo mismo que cuando la amenaza es manifiesta, en cuyo caso  se libera es adrenalina.

Si bien es cierto que la ansiedad, de forma puntual y eminentemente práctica, ayuda al organismo a resolver peligros en la vida cotidiana, cuando se producen transtornos de ansiedad (sobre todo en lo que toca al especular con amenazas inciertas, hipotéticas e inventadas),  el organismo corre el riesgo de intoxicarse por dopaminas o por otras catecolaminas (cuyo aumento provocan en el individuo una  fase maniaca – trastorno mental, caracterizado por el delirio general, alteración del estado de ánimo,  agitación y tendencia al furor – tal cual hacen las anfetaminas).

Andrew M. Lobaczewski, psiquiatra, estima que un cerca de un 64% de la población padece de algún tipo de trastorno de ansiedad. Siendo que de estos cerca del 21%, ignora este hecho. Se consideran «normales» (que ya tiene guasa, si me quiere entender, «normales»).

En las sociedades modernas (supuestamente avanzadas), esta característica innata al ser humano  ha devenido en patología conformando los cuadros sintomáticos que constituyen los denominados trastornos de ansiedad, que tiene consecuencias negativas y muy desagradables para quienes lo padecen y quienes les rodean. Entre los trastornos de ansiedad se encuentran las fobias, el trastorno obsesivo-compulsivo (TCO), el trastorno de pánico, el trastorno por estrés postraumático, el trastorno de ansiedad generalizada o el trastorno de ansiedad social.

En el caso del trastorno de ansiedad generalizada, la ansiedad patológica se vive como una sensación difusa de angustia o miedo y deseo de huir, sin que quien lo sufre pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento. Esta ansiedad patológica es resultado de los problemas de diversos tipos a los que se enfrenta la persona en su vida cotidiana, y sobre todo de las ideas interiorizadas acerca de los mismos. Dicho de otro modo la distorsión en la percepción de la realidad que el individuo paciente percibe (siendo esta falsa), genera el trastorno.

Los síntomas de ansiedad son muy diversos y se engloban dentro de lo que se ha venido en denominar como hiperactividad vegetativa (taquicardia, taquipnea, midriasis, sensación de ahogo, temblores en las extremidades, sensación de pérdida de control o del conocimiento, transpiración, náusea, rigidez muscular, debilidad muscular, insomnio, inquietud motora, dificultades para la comunicación, pensamientos negativos y obsesivos).

Como puede comprobarse, los trastornos de ansiedad pueden – a tenor de lo expuesto – manifestarse de tres formas diferentes: a través de síntomas fisiológicos, cognitivos y conductuales. Éstos hacen referencia a tres niveles distintos, los cuales pueden influirse unos en otros, es decir, los síntomas cognitivos pueden exacerbar los síntomas fisiológicos y éstos a su vez disparar los síntomas conductuales.

La ansiedad, en el peor de los casos, puede resultar en trastorno de pánico, en el cual la persona cree que va a desmayarse, fallecer o sufrir algún otro percance fisiológico. Es común que las personas con este trastorno visiten la sala de urgencias (o santones) con cierta frecuencia, sintiéndose mejor después de ser atendidas. Sólo atendidas.

Llegando a este punto, quizás convendría hablar de los síntomas cognitivos sujestivos vinculados al miedo, ya que la asiedad, si es persistente, da lugar a alteraciones de las funciones mentales superiores, además de generar pensamientos, ideas e imágenes negativas. Los temores o miedos pueden llegar a ser muy intensos, llegando al terror o pánico.
Esto provoca en el individuo un temor anticipatorio (ansiedad anticipatoria), en el que  se espera que suceda lo peor.
Huelga hablar de la sensación de inseguridad. El individuo adolece de una fortísima irritabilidad. La aprensión (tanto en el sentido físico como en el intelectual) también es característica. El sentimientos de minusvalía o inferioridad aparece más tarde, junto con indecisión y la incapacidad de afrontar las diferentes situaciones que se presentan, debido a la irrealidad de la percepción del entorno y de sí mismo dentro de él (generalmente por creerse capaces o sabedores o lo que usted quiera, pero a la hora de la Verdad…). Todo ello en la pérdida de la objetividad y de la capacidad para pensar con lucidez. Si se es neurótico la culpa será siempre de un tercero, aunque sea imaginario.

Casí nada.

Hay quien tiene razón y habla de desprenderse del Miedo (aunque prefiero utilizar la terminología «dominarlo», ya que como otras tantas cosas es consustancial y no se puede/debe suprimir), que si se da cuenta es la clave de bóveda para los trastornos de ansiedad y el neuroticismo, pero a menudo yerran en meter más miedo todavía.

Por si no ha quedado claro, la ansiedad deriva directamente del miedo a la muerta, a dejar de ser y de existir y de aquellos polvos estos lodos. ¿Cómo puede dominar el miedo alguien que cree que sino cumple con ciertos rituales (trastorno obsesivos-compulsivos, por ejemplo) irá al Infierno? ¿Cómo puede alguien dominar su miedo si cree que cuando muera encarnará en lo que considera un infraser? Si usted suspende el examen práctico de conducir no le obligan a volver a realizar el teórico, ya tiene ese conocimiento (ya verá como salta un listo con lo de cuando pasa un tiempo, etc.). Más aún ¿Cómo alguien puede dominar el miedo a la no existencia, al dejar de ser si piensa que tras la muerte no hay nada más? ¿Acaso eso no acrecenta la angustia?

Preguntas universales, basamento de culturas y religiones. Mi opinión particular al respecto ya debería conocerse. Baste decir que tras la muerte bien pudiera haber algo que considero eternamente alejado de lugares o dimensiones de premio o castigo, más cercano a la metempsicosis (o termodinámica, si lo prefiefe). Lo contrario es ilógico.

También, dentro de este asunto que es el miedo (que quizás algún dia trate en profundidad), existen quienes aducen que lo opuesto al miedo es el amor. Un planteamiento perteneciente a la psicología relativista – esa psicología que mucho de estos dicen aborrecer por confundirla, por ejemplo, con el tinglado mafioso que es el DMS y que poco o nada tiene que ver – que durante los años 50 del siglo XX se empleaba como parte del sistema educativo de los EEUU y que dejó de emplearse (por inútil y por falso), con la llegada de la antipsiquiatría diez años más tarde.

Supongamos que haciéndo un esfuerzo llego a idealizar el Amor como algunos hacen y acepto que «amor» es el bien común, no desear mal a los demás, etc. Bueno, el miedo como tal es la angustia del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Ergo no son contrarios, ni antónimos, ni opuestos. Si lo piensa, muchos de los gurues que promulgan este valor recibieron este tipo de educación (como forma de sometimiento hacia el sistema, no lo olvidemos), por aquellas fechas.

Lo contrario de ese amor idealizado vendría a ser el desprecio, más concretamente el odio. Ya que el que odia sí que desea mal y perjuicio hacia algo o alguien. Odio que ejercen, como en muchas ocasiones han demostrado, aquellos que predican el binomio Amor/Miedo en clara contradicción con un planteamiento de por sí obsoleto.

 

 

 

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Neuroticismo

En artículos anteriores como Dógmata, Credendo Vivis o Patocracia les he hablado del rol que parecen tener ciertas afecciones mentales a la hora de realizarse interacciones entre diversos sujetos. La cosa, a parte de cierta, resulta lejana para el lector ordinario pero es una realidad que se da en todos y cada uno de los estratos sociales. Quizás, sólo para saber de que se está hablando (y evitar así la los errores que de común se dan), sea necesario explicar-por partes y en diversos artículos- cada una de las afecciones a las que hago referencia.

No persigo otro fin que el de poner esta información en conocimiento del lector para que sea el quien, en última estancia, pueda hacerse una idea e identificar ciertas sintomatologías cuando estas aparezcan.

Hoy voy a hablarles sobre el neuroticismo.

Debemos el término neurotismo al psicólogo conductista Hans Eysenck, que lo define un rasgo psicológico  estable (aunque con variaciones de grado) que define una parte de la personalidad del individuo que se caracteriza por: inestabilidad e inseguridad emocional, tasas elevadas de ansiedad (miedo), estado continuo de preocupación y tensión, desarrollo de sentimiento de culpabilidad (pecado),  unido a sintomatología psicosomática. Básicamente, podemos definir este trastorno como la inadecuada respuesta del individuo al estrés.

Las personas afectadas por este trastorno suelen tener una percepción sesgada hacia los acontecimientos negativos de su vida, de tal modo que llegan a desarrollar personalidades que permitan continuar con sus preocupaciones y pensamientos negativos. Éste rasgo (en análisis factorial, se entiende) es dimensional, es decir, toda persona afectada lo estará en grado siendo que los que se alejen significativamente de la media poblacional presentarán severas anomalías en su conducta.

Cabe señalar la dimensión de paersonalidad denominada neuroticismo es sumamente vulnerable a la neurosis, los que implica una baja tolerancia a el estrés tanto físico como psicológico.

Todas las dimensiones tienen unos rasgos predominantes y en esta dimensión son la sugestionabilidad, falta de persistencia, lentitud, represión de hechos que resultan desagradables y asociabilidad.

Por hacerlo más completo (aunque en nuestros días la lectura aumente el estrés psicológico de algunos), decir que  este trastorno mental -sin evidencia de lesión orgánica, añado-  se caracteriza por la presencia de un nivel elevado de angustia y una hipertrofia disruptiva de los mecanismos compensadores de la misma. El sujeto mantiene un adecuado nivel de introspección y conexión con la realidad, pero presenta la necesidad de desarrollar  una serie de conductas  inadaptativas con objeto de disminuir el nivel de estrés. Se trata, en realidad, de un rasgo caracterial que acompaña al sujeto durante toda su vida, de gravedad variable, que pueden resultar en incapacitantes y precisar hospitalización.

Factores muy importantes para el diagnostico de las neurosis son el examen mental, la historia personal del paciente, la evaluación medica y las observaciones del curso clínico de la enfermedad. Además, las pruebas psicológicas, especialmente el test Rorschach (ese que másde cuatro piensan que no valepara nada), resultan muy útiles para identificar las neurosis y así diferenciarlas de las psicosis (u otros posibles trastornos orgánicos).

Test de Rorschach

Para mejor hacernos una idea de la sintomatología asociada a la neurosis y el neuroticismos, de forma breve expondré los cuadros clásicos:

1-. Anomalías en la actividad sexual. Los neuróticos manifiestan este tipo de trastornos de un modo predominante. Entre ellos cabe destacar la masturbación patológica que es cuando se prefiere ésta a la satisfacción sexual, entendiéndose como un síntoma neurótico y no la causa de la enfermedad, que luego pasa lo que pasa. La impotencia, en diversas facetas: Impotencia total con falta de erección (muy infrecuente), trastornos de la eyaculación, que comprenden la eyaculación precoz, retardada o ausente (cuidado con los mal llamados «ejercicios tántricos», no recomendados por ningún profesional del sexo, sólo por santones), y la impotencia orgasmática – frigidez – que involucra defectos en la sensibilidad voluptuosa (este tipo es muy frecuente y en general  ignorado por el sujeto). Para completar el cuadro y sólo para el interesado (que los otros ya lo habrán desechado), mencionar parafilias y disfunciones sexuales que son síntoma de la neurosis:

Parafilias: Exhibicionismo, fetichismo, froteurismo, pederastia, masoquismo, sadismo, zoofilia, travestismo o voyeurismo. Todas ellas vinculadas a una satisfacción distinta de cópula humana, siendo el exhibirse, frotarse, someter a un individuo, etc.

Disfunciones sexuales: Deseo inhibido, aversión al sexo, anorgasmia, impotencia, eyaculación precoz, dispareunia, vaginismo

2-. Manifestaciones agresivas. El neurótico manifiesta generalmente un estado de ánimo inestable, contradictorio y con tendencia a la irritabilidad. Hace 5 minutos todo lo arreglaba con amor y ahora, en un estado de furia ciega, recomienda la violencia contra el débil.  La agresividad del neurótico está relacionada con sus perturbaciones a nivel sexual (aquello de ir «mal follao», si lo quiere entender), por lo que el sujeto teme tanto a su propio deseo como a su propia violencia. La agresividad manifiesta distintas modalidades, y así, puede ser: desplazada, de la madre a todas las mujeres; invertida, sentirá temor en lugar de violencia o agresividad; y autopunitiva, cuando la agresividad es revertida por el neurótico contra sí mismo. Un paciente melancólico puede pasar al acto suicida, ya sea autoagresivo por o dentro del dramático cuadro de un «suicidio altruista» (como sabemos que se ha dado en algunas sectas). La intensidad del dolor moral, del sentimiento de desvaloración y sobre todo de incurabilidad – que ya le digo que la neurosis/neuroticismo SÍ se curan –  le empujará a extinguir esta quemadura interna con un gesto salvador (del suicidio les hablaré otro día).

La agresividad de un paciente en estado de furor maníaco aparece sobre todo en el contexto de su agitación, ya sea mantenida o no por una actividad delirante. La mayor parte del tiempo esta agresividad se manifiesta por un comportamiento menos peligroso, atienda: injurias e insultos, irritabilidad, desinhibición sexual o rasgos caracteriales exacerbados. En estados delirantes agudos, la agresividad se mantiene por los temas del delirio. Un caso particular es del de las psicosis puerperales en el curso de las que un gesto agresivo en el encuentro con el niño puede ocurrir en cualquier momento.

Por oposición a la agresividad consciente del esquizofrénico citada anteriormente, existen en el paciente neurótico conductas agresivas catatónicas impulsivas, por definición imposibles de prever en las que exteriorizada súbitamente una agresividad con manifiesta descoordinación motriz. Cualquier forma de expresión puede encontrarse interrumpida en pleno curso (cólera, injurias,…) o llevada a término con frialdad (homicidio patológico, muertes en serie,…). En cuanto a la angustia de troceamiento, de aniquilamiento, las automutilaciones, los choques violentos y repetidos permiten al neurótico (ahora con un brote psicótico), tanto niño como adulto, percibir su cuerpo dispuesto a estallar. En el curso del desarrollo paranoide, en cualquier momento, un síndrome de influencia puede suponer un gesto agresivo: respuesta a una exhortación alucinatoria o misión divina.

3-. Trastornos del sueño. Este tipo de perturbaciones es muy frecuente y está vinculado a la conciliación del sueño, a su continuidad y al tipo de sueño que manifiesta (generalmente pesadillas autoinducidas producto de su obsesión). Entre los trastornos del sueño típicos se encuentran: Insomnio, hipersomnia, parasomnias, terrores nocturnos, sonambulismo y disomnia. Siempre como síntomas, no como causas de la enfermedad. Recuérdelo.

4-. Astenia. Los estados de fatiga caracterizan a la mayoría de los cuadros neuróticos, y es un síntoma expresivo de la lucha del individuo contra sus impulsos sexuales y agresivos. Y no es que se encuentre cansado por que realice un gran esfuerzo laboral (que es lo que suelen argumentar, ya que siempre dicen ser los que más trabajan, aunque es mentira), sino que padecen de una digamos, agotamiento psicológico y una hartura de sí mismos.

Por no alargar, cerraré aquí la lista de síntomas. Como puede comprobar, todos estos trastornos son facticios (no naturales, creados por el individuo)

Típico del neurótico son los denominados como mecanismos de proyección, que consisten en atribuir a los demás lo que proviene de uno mismo. Llegando a crear enemigos ficticios que representan la suma de todo mal (el del paciente), y que obran y se ocultan de una manera totalmente paranoide. Muy a menudo la enfermedad incluye angustia y una exageración o hiperactividad de los mecanismos que emplea el paciente comúnmente para resolver su angustia al estress; la forma que adoptan los episodios neuróticos, siempre corresponde a la personalidad del individuo que los sufrió. Pero en líneas generales es como les cuento.

El cuadro clínico del paciente puede ser diferente en cada caso, pero se caracteriza por: Dolor de cabeza, voluntad débil, perdida de las ganas de trabajar (ellos creen que hacen el mayor esfuerzo pero en realidad lo que sucede es que no quieren) y sueño alterado. Muchos hombres y mujeres que padecen de estos síntomas, realizan su trabajo diario y cuando acuden al médico no se les encuentra lesión alguna. La personalidad mental de los neuróticos sufre una serie de reacciones nerviosas muchas veces silenciosas, suscitadas por el ambiente que lo rodea y la distorsión a la hora de percibir la realidad en la que están inmersos.

Los episodios neuróticos aparecen más frecuentemente entre los 25 y los 45 años y, con excepción de las neurosis hipocondríacas, siguen aumentando hasta los 60 años de edad (ahora entenderá mejor porque en ciertos círculos estas edades predominan, incluida la neurosis hipocondríaca). Aunque los síntomas neuróticos son raros durante la niñez, algunos rasgos de personalidad asociados con neurosis adultas pueden ser identificadas durante la pubertad. Y es que en gran medida, la neurosis no se contrae ni desarrolla, sino que se aprende. De ahí la incorrecta respuesta al estrés. Una mala educación (y no me refiero a comer con cubiertos ni evitar decir tacos o la tenencia de un título universitario), la dejadez de los progenitores, la ausencia de referentes paterno y materno o la desestructuración familiar, engendran neurosis.

Las mujeres parecen ser mas susceptibles a los rasgos histéricos y a las neurosis depresivas (quizás porque dentro del contexto cultural estén sometidas a un grado mayor de estrés). En 1973, Kolb, realizó estudios que indicaron que la neurosis de angustia y las neurosis depresivas juntas constituyen más del 80% de los episodios neuróticos que se ven en la práctica médica general

Reich, P y Kelly, M, Medicina interna de Harrison plantean que existen varios tipos de neurosis, dentro de estas hay ocho principales.

1.- Neurosis de angustia.

Se caracteriza por las manifestaciones de una angustia permanente. Comprende elementos somáticos y psíquicos, con un predominio fundamental de la angustia física. Entre los elementos somáticos se evidencian síntomas respiratorios (ahogos, afonías, etc.), síntomas cardiovasculares (taquicardia, palpitaciones, etc.), síntomas digestivos (vómitos, diarreas, espasmos gástricos, constricción faringes, etc.) síntomas urinarios (poliuria, etc.), síntomas neuromusculares (temblores, dolores pseudorreumáticos, etc.), síntomas sensitivos o cutáneos (crisis de prurito, cefaleas, zumbidos de los oídos, etc.)

Entre los síntomas psíquicos podemos citar la peyoración imaginaria de la existencia (la angustia produce sentimientos paralizadores y pesimistas, sentimiento de culpa, pecado); la espera de un peligro (lamentaciones, presentimientos, amenazas, etc.), el ansioso está atrapado por el peligro que experimenta, desposeído de sus facultades de análisis y de control, sin poder apartarse de la terrible situación que le fascina y contra la cual no hace nada, salvo alimentarla para que le produzca una mayor ansiedad.

Parece ser que la causa viene determinada por complejos inconscientes infantiles. Entre las causas de esta enfermedad se hallan los factores de la represión libidinosa y el complejo de culpa, la represión y las situaciones frustrantes de separación y abandono. Generalmente se asocian al sobreproteccionismo materno, la ausencia de algún referente progenitos y los complejos de Edipo/Electra.

Tratamiento. Implica una combinación de métodos psicológicos y fisiológicos. La psicoterapia es una terapéutica de reforma del Yo, a partir de la comprensión del estado permanente de angustia. La terapéutica sedante incluye medicamentos tranquilizantes, curas de sueño y relajación.

  • Neurosis fóbica.

Se caracteriza por la sistematización y desplazamiento de la angustia sobre un objeto o una situación, que se transforman en terroríficos. La fobia es un medio específico intenso que proyecta el estímulo hacia el exterior para disminuir la sensación de angustia. Los temas fóbicos más frecuentes son la agorafobia (fobia o temor a los espacios descubiertos), la claustrofobia (fobia a los espacios cerrados), etc. En las fobias del adulto, la angustia es provocada por el espacio, que involucra los temores fundamentales: vértigo fóbico (miedo a los ascensores, montañas, etc.); miedo a la oscuridad; miedo a la muchedumbre (miedo de hablar en público, etc.); miedo de los medios de transporte (miedo del tren, avión, etc.); miedo a los animales, etc. Entendiéndose siempre desde la patología y no desde la puntualidad de un hecho.

Todos estos aspectos y temas tienen como finalidad desplazar la angustia valiéndose para ello del pretexto del objeto fóbico. Es decir, el individuo organiza así distintas conductas fóbicas: de evitación, que consiste en evitar el objeto que le atemoriza; de tranquilización: el sujeto procura no estar solo o acompañarse de objetos que le proporcionan seguridad en claro caso de apofenia.

El individuo fóbico está en una continua alerta para descubrir los peligros que presupone en el ambiente que le rodea, y organiza actitudes de huida, que pueden ser pasivas: inhibición, timidez con el otro sexo, indecisión o directamente rechazo total del contacto con los demás; y activas o de comportamiento desafiante, en las que el sujeto procura mantenerse continuamente ocupado. La vida sexual del fóbico está dominada por una complicada inhibición.

Tratamiento. El tratamiento del neurosis fóbica consiste en el psicoanálisis clásico, que puede llevar al fóbico a enfrentarse con sus temores para analizarlos y resolverlos. El pronóstico en este sentido es bueno. Asimismo suelen aplicarse psicoterapias sintomáticas, dirigidas al descondicionamiento, y también puede recurrirse a una medicación antidepresiva.

  • Histeria o neurosis histérica.

(Del griego «Histerion», útero) La histeria es un tipo de neurosis que se caracteriza por la hiperexpresividad somática de las ideas, la imágenes y los afectos inconscientes por la conversación somática de los conflictos inconscientes.

El carácter histérico. Las manifestaciones histéricas (espasmos: imposibilidad de tragar, urinarios, genitales; algias, dolores sintomáticos; y los trastornos generales: edemas, urticarias, anorexia, etc.) aparecen en la superficie del cuerpo del sujeto, y su carácter evidencia tres aspectos: la sugestibilidad, es decir, es un individuo plástico, sin fijarse a una identidad personal firme; la mitomanía, ya que el histérico fabula, fantasea y es un comediante que está ofreciendo un continuo espectáculo; y las alteraciones sexuales, es decir, su insatisfacción sexual, como el donjuanismo y el mesalinismo, que suelen ocultare impotencia, frigidez o perversiones, como ya vimos. A menudo se tiende a asociar histeria y la mal llamada posesión diabólica (o demoniaca). Créame si le digo que poco o nada tienen que ver la una con la otra, aunque existan toda una pléyade de charlatanes que hagan de su capa un sayo en base al histrionismo histérico de algunos sujetos, generalmente sujetas (suelen ser más las supuestas endemoniadas, si le interesa el tema busque información adicionalsobre supuestas posesiones,sobre todo en ámbitos evangelista, Nueva Era y sobre todo en homicidios que esgrimen tal excusa).

La escuela psicoanalítica aporta características fundamentales del carácter histérico: la inconsistencia de la persona, la represión amnésica de los acontecimientos reales y la falsificación de la existencia (todos carne de secta, y con secta me refiero a lo religioso,político,deportivo,etc.). Se distinguen dos tipos de histeria:

1) De tipo conversivo, en la cual los síntomas incluyen a los sistemas neuromusculares y sensoriales.

    2) De tipo disociativo, en la cual aparecen los trastornos de la conciencia. En algunos casos se tiene la impresión de que el paciente obtiene beneficios a partir de su estado de incapacidad lo cual lo lleva a confundir la enfermedad con la simulación (porque la etiqueta imbuye poder: ¡Estoy mu’ loco! ¡Soy un chungo! e incluso ¡Soy mayor que tú, que no sabes!). Los síntomas principales de las neurosis histéricas no están bajo el control consciente del paciente, así la verdadera simulación puede llegar a ser una manifestación de un trastorno de personalidad (cosa ésta másgrave). Se ha comprobado que en algunos casos, los pacientes presentan alucinaciones visuales, aisladas no acompañadas de pensamientos falsos. El tipo de histeria de conversión presenta una enorme variedad de síntomas difusos, como parálisis motora o ceguera, trastornos del sistema nervioso, incluyendo temblores y parálisis localizadas, parestesias y estados variables de crisis de tipo epiléptico (diferenciándose en este punto de lo que se entiende por «posesión»). Los estados disociativos surgen por la repentina emergencia del estado consciente de impulsos destructivos primarios; esos estados se presentan con cierta frecuencia después de que los pacientes han cometido un acto violento y llegan a constituir problemas en el juicio mayores que los que el neurótico tipo suele tener.

Tratamiento. Involucra un psicoanálisis que permitirá al histérico una toma de conciencia terapéutica. Además, existen terapias alternativas entre las que se has experimentado el narcoanálisis, las curas de sueño y el hipnotismo, seguidas de una psicoterapia que tiene como objetivo primordial limitar las ambiciones del histérico y mejorar su conducta. En última estancia se sabe de tratamientos disciplinarios correctivos.

  • Neurosis obsesiva.

La neurosis obsesiva está definida por el carácter forzado (compulsivo) de las ideas, los sentimientos o las conductas, que se imponen al sujeto y que le obligan a una lucha inextinguible, sin que el propio sujeto deje de considerar irrisorio ese comportamiento incoercible.

Los síntomas pueden clasificarse en los cuatro apartados siguientes: pensamiento compulsivo (le invaden ideas obsesivas que se le imponen a sus pesar; actividad compulsiva (tendencia los actos impulsivos, agresivos, como toda la calaña que hemos podido observar); ritos del pensamiento mágico (realiza actos repetitivos de carácter simbólico sin ningún tipo de efecto sobre la realidad objetiva); y psicastenia, es decir, astenia psíquica, agotamiento producto de una lucha agoradora. Estos cuatro elementos de denomina obsesión, ya que el enfermo se atrapa a sí mismo con sus propias defensas.

Carácter obsesivo. Presenta una fisonomía muy particular: tendencia a crisis morales de conciencia, tendencia a la abulia y la duda, timidez frente al contacto social, disposición al autoanálisis y la introspección, trastornos de la sexualidad e, incluso, alteraciones psicomotoras como la tartamudez, los tics, etc.

Tratamiento. El tratamiento de este tipo de neurosis presenta, según sea su tipo, deferentes posibilidades, El psicoanálisis se convierte en algo especialmente largo y complicado aunque es teóricamente adecuado. Esto es así, porque el obsesivo tiene una compulsiva tendencia a  racionalizarlo todo (logica paranoide) y a erguirse en contra de la transferencia, del mismo modo en que lo hace respecto a cualquier otro tipo de emoción y agente (por ejemplo otras personas que no saben lo que pasa o que no son dignas de saberlo). La quimioterapia ha producido resultados regulares, con la administración de tranquilizantes y neurolépticos. La asociación de la fisioterapia y la quimioterapia se alivian los fatigosos trastornos de los obsesivos.

  • Neurosis hipocondríaca.

Esta clase de neurosis aparece en varias formas a través de diferentes trastornos psiquiátricos. Puede llegar a convertir a la enfermedad en una expresión de sentimiento de culpa. Los síntomas expresan tanto su angustia como una parte de auto castigo y llevan al paciente a un aislamiento total de naturaleza inmadura en el cual buscan obtener una gran protección y un cuidado exagerado. Como cualquier neurótico delega y espera que le digan que tiene que hacer, solo que en este caso es más acentuado. En este caso se debe informar al paciente sobre la situación neurológica que padece, para estimular su angustia con ayuda de especialistas y en algunos casos para que en sus episodios neuróticos exista un aislamiento entre el médico y el paciente; pues eso constituye un importante elemento de apoyo.

  • Neurosis depresivas.

En este tipo de neurosis se presenta una reacción excesiva de depresión cuando ocurre un conflicto, sobre todo alguna perdida emocional (por ejemplo lamuerte de un pariente cercano). Las reacciones se caracterizan por una perdida de autoestima,  con aparición de impulsos inhibitorios o de agresividad y distanciamiento de algunas personas. En los estados de depresión se expresa cierto grado de hostilidad por que esta agresividad hace sentir a la otra persona inútil, incapaz de agradar y rechazada.

  • Neurosis neurasténica.

Este trastorno se caracteriza por debilidad, fatigabilidad y sentimiento de encontrarse exhausto. Es muy común que existan depresión y sentimientos de autodesprecio.  Según Feldman, la neurosis neurasténica es frecuente en la adolescencia tardía y puede aparecer también a continuación de un episodio psicótico  agudo (que en otra ocasión les hablaréde ello).

  • Neurosis de despersonalización.

Aquí los síntomas dominantes son sentimientos de irrealidad y de extrañeza hacia si mismo, hacia su cuerpo y hacia el ambiente. En algunos casos se encuentra asociada con las primeras etapas de una reacción esquizofrénica. Los síntomas de esta neurosis recuerdan algunos trastornos neurológicos que afectan a los lóbulos temporal y parietal. Un alto porcentaje experiencias místificadas (Que no místicas) aplicadas a un contexto concreto (por ejemplo:»veo en cuatro dimensiones», que dicho sea son pocas),tienen que ver con esto.

  • Tratamientos en general para todas los tipos de neurosis.

Cuando no son tan graves las neurosis deben ser tratadas por el médico general, de lo contrario en casos de trastorno grave esta indicada una hospitalización y la atención de un psiquiatra. Un método apropiado es la psicoterapia ya que el hecho de llegar a conocer y a comprender la influencia que algunos acontecimientos de su vida pasada, no muy aclarados, han tenido sobre la personalidad del paciente un importante resultado, le da a éste una oportunidad para desarrollar soluciones más flexibles y maduras frente a los conflictos que se le presentan. Dicho de otro modo, la reeducación del individuo (que basicamente es un mal educado en el sentido deficitario de la acepción). En el caso de la neurosis de ansiedad, la neurosis fóbica, neurosis neurasténica y en algunos casos de neurosis hipocondríaca es necesaria la intervención de agentes farmacológicos, como por ejemplo las fenotiazinas o disciplina ferrea  como la terapia situacional para el tratamiento de neurosis monosintomáticas, especialmente las de tipo fóbico.

El método de persuasión, que convence al paciente de que su enfermedad no es grave puede y curarse es otro ejemplo. Muchos otros casos solo pueden curarse con un cambio de ambiente, descanso y un régimen de horarios apropiado (que se ha de seguir a rajatabla).

Los psicoanalistas afirman que, para protegerse de la angustia, las personas recurren a mecanismos de defensa como la represión, la proyección, la negación, la racionalización, agresividad y el desplazamiento, entre otros.

Cuando se observan patrones crónicos de mala adaptación que simulen una neurosis, es posible que se trate de un trastorno de personalidad.

Y hasta aquí el articulo sobre la neurosis, que se estima afecta en grado a un 64% de la población mundial. De hecho fíjese como no será el asunto que me atrevo a predecir una serie de comentarios en contra de la psicología por ser esta la herramienta que tira por tierra los planteamientos y concepciones de neuróticos varios que al amparo de la irracionalidad y de la irrealidad adquieren un comportamiento impropio y sobre todo facticio.