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Psicosis
Siguiendo con la serie de artículos de patologías mentales que me he propuesto escribir, quiero hablarle sobre un trastorno de personalidad sumamente curioso. Como en ocasiones anteriores, no persigo sino informar al lector, grosso modo, sobre las diversas enfermedades mentales que se ocultan detrás de ciertos comportamientos. Hoy voy a tratar el asunto de la psicosis.
Desde un punto de vista netamente psicológico, por psicosis se entiende, de forma genérica, el estado mental que se caracteriza por la pérdida de contacto con la realidad.
Stedman definiría la psicosis como un desorden mental severo, con o sin daño orgánico, caracterizado por un trastorno de la personalidad, la pérdida del contacto con la realidad y causando el empeoramiento del funcionamiento social normal.
Evidentemente, esto trae aparejadas una serie de implicaciones que sitúan a la psicosis como una enfermedad mental que presenta un desvío en el juicio de realidad. Que tampoco hay que confundir con insuficiencia de juicio propia de la oligofrenia, del debilitamiento de las demencias, y de la suspensión del juicio de los estados confusionales (delirantes), aunque todas ellas tengan que ver con una distorsión de la percepción de la realidad por parte del individuo. La psicosis no es una deformación, es la perdida total del cualquier punto de referencia con respecto a lo que entendemos por realidad (la puntualidad de estos brotes y su efecto difiere según la afección). Por lo general el sujeto carece de la introspección necesaria acerca de lo extraño de su conducta o sus pensamientos – que cree dentro de la normalidad o inherentes al ser humano – los cuales terminan por provocar una grave disfunción social.
Como lo lee.
Las personas que padecen este trastorno son las denominadas psicóticas, que no ha de confundir con los psicópatas ya que actualmente, dicha terminología (psicótico) se emplea con demasiada alegria, incorrectamente, como sinonimia de psicopático.
Los afectados por la psicosis presentan alucinaciones, delirios (siempre que se encuentren en este estado), evidentes trastornos formales del pensamiento (cambios de las relaciones semánticas y sintácticas, como se puede ver claramente en un montón de «misterios y verdades reveladas», de ahí la importancia de conocer el significado de las palabras que se nos dicen), manifiestando además cambios en su personalidad.
Tales síntomas suelen ir acompañados de un comportamiento inusual o extraño, así como por una dificultad extrema a la hora de interactuar socialmente o de una incapacitación para llevar a cabo actividades cotidianas de lo más ordinario. Una amplia variedad de elementos del sistema nervioso, tanto orgánicos como funcionales, pueden causar una reacción psicótica. Esto ha llevado a la creencia que la psicosis es como la «fiebre» de las enfermedades mentales, un indicador patogénico serio aunque no específico. Dicho de otro modo, la psicosis indica enfermedad mental, pero no indica que tipo. Esto se debe al grado y efecto que la misma produce en el individuo. Por ejemplo, los neurótícos de tipo histérico suelen ser afectados por una psicosis de tipo depresivo.
Valga enumerar una serie de síntomas (los más comunes), que pueden hacer pensar que nos encontramos ante un paciente psicótico:
1.- Cambios bruscos y profundos de la conducta. Ahora te amo, ahora te odio. Sin impasse.
2.- Mutismo. Replegarse sobre sí mismo, sin hablar con nadie.
3.- Creer sin motivos que la gente le observa, habla de él o conspira contra él.
4.- Soliloquio. Hablar a solas creyendo tener un interlocutor, tener visiones o recibir mensajes (alucinaciones visuales y auditivas) sin que existan estímulos externos. Cosa que muy a menudo sucede en el farragoso ámbito en el que nos venimos moviendo (usted y yo).
5.- Períodos de confusión mental o pérdida de la memoria.
6.- Sentimientos de culpabilidad, fracaso, depresión. Pecado.
Cabe destacar, que algunos de estos síntomas también pueden experimentarse en condiciones no psicóticas, por ejemplo el abuso de sustancias, trastornos de personalidad, eventos estresantes (distresantes), situaciones límite, momentos graves de neurosis (por ejemplo ciertas neurosis de tipo histéricas, que no dejan de ser psicosis depresivas) y momentos de conversión (si piensa usted que es conversión religiosa, básicamente eso es). De hecho, el continuo abuso de sustancias – cuanto más potentes más fácil – o la exposición continuada (voluntaria o no) a situaciones estresantes, sin duda acabará en brote psicótico. Dicho de otro modo: Irás y no volverás.
Por no aburrirle con la extensísima y muy completa disertación sobre la psicosis que aparece en el diccionario enciclopédico de la psique de L. C. Béla Székely, intentaré sintetizar (más o menos, más menos que más) el asunto de la psicosis a modo de conclusión.
Podemos afirmar que la psicósis es una enfermedad que se manifiesta por trastornos de la conciencia, o sea en la alteración de la capacidad del individuo para reflejar exactamente el mundo que le rodea e influir sobre él con un fin determinado, que como en el resto de las demás enfermedades del hombre es producto la alteración de interacción normal del organismo y el medio ambiente. Cuyas carácterísticas provoca la disrrupción con la realidad y el entorno por parte del individuo generando, consecuentemente, la incapacidad del mismo para la emisión de juicio con respecto de los hechos, así como una serie de pensamientos ilógicos e irracionales que sólo obedecen al distanciamiento de la realidad del sujeto afecto y no a otra cosa.

